Capítulo 4

2364 Words
En el momento en que el cerebro de Rhys comenzó a trabajar sacándolo del hermoso mundo de los sueños, donde obviamente se encontraba soñando con su encantador príncipe Caspian en una escena que nunca podría ocurrir en la vida real, el joven humano se quejó por dos razones. Uno, realmente no deseaba despertar de tan grandioso sueño. Y dos, una dolorosa presión en su cabeza le alertó que había tomado más de la cuenta en el cumpleaños del príncipe heredero. Pero, ¿podían culparlo considerando que todas sus esperanzas por conocer al príncipe fueron pisoteadas cruelmente? Y no, no se trataba de que el príncipe heredero no se presentara en su propio cumpleaños, ya que siendo el personaje principal por supuesto que apareció al igual que el resto de su familia. Pero fue precisamente en ese instante, en que la fiesta pareció caer en picada para él y el resto de los humanos que lo acompañaban. Como si la diferencia y la distancia de los cambiaformas lobo no hubiera sido notable desde un principio, una vez el príncipe Caspian bajó para compartir con sus invitados, automáticamente estos crearon una barrera alrededor del alfa dominante, impidiendo que cualquier humano se acercara. El único momento en el cual Rhys pudo apreciar más a detalle aquel perfecto rostro, fue en el instante en que este tuvo su primer y único baile con el príncipe Dorian, ya que al estar desplazándose por la extensa sala que despejaron especialmente para los dos, tuvo la oportunidad de acercarse y así poder admirarlo más a gusto. Y ese fue exactamente todo el contacto que tuvo y lo más cerca que logró estar. Eso fue tan decepcionante, que Rhys se dedicó el resto de la velada a comer aquellas delicias e intercambiar un par de copas con el enmascarado hombre lobo con el cual habló libremente sobre su tonto enamoramiento por el príncipe Caspian, en lo que este le contaba sus deseos por salir de ahí y explorar más sobre el mundo. Sintiendo como el dolor en su cabeza incrementaba, el humano se quejó y apretó fuertemente sus ojos. Deseando volver al mundo de los sueños donde era feliz y nada le dolía, se acurrucó abrazando la almohada entre sus brazos, pero por supuesto que aquello no funcionó, y desde que tenían un itinerario el cual debían de seguir en su estadía, Rhys soltó un profundo suspiro. Alzando su mano derecha, masajeó con el talón de su palma un costado de su cabeza en una búsqueda de aliviar su malestar y luego la trasladó para restregar sus ojos. Emitiendo un pequeño bostezo, finalmente forzó a sus parpados a levantarse en lo que se preguntaba si en aquella casa contarían con algún medicamento que ofrecerle para su molestia. Después de todo, no creía que los cambiaformas fueran tan diferentes a los humanos como para nunca sufrir alguna clase de dolor o enfermedad. Solo que, cuando Rhys pudo enfocar correctamente, se encontró con dos rostros desconocidos, observándole fijamente con una expresión entre la fascinación y el absoluto horror. —Uhm... ¿Hola? Ambas personas jadearon y retrocedieron rápidamente, aquello hizo que Rhys instintivamente abrazara con más fuerza la almohada entre sus brazos y observara con atención aquellos dos desconocidos que, de alguna forma, habían logrado entrar en su habitación. Pero, a medida en que su cerebro comenzaba a trabajar preguntándose aquello, este también fue reconociendo cosas como, la cómoda cama en la cual se encontraba o la amplia habitación que... No era suya. Incorporándose lentamente, Rhys se sentó en la cama aun sosteniendo la almohada entre sus brazos y contempló a más detalles el lugar en el que se encontraba. Lo que se suponía que era una habitación, casi parecía que se trataba de un departamento con lo amplío que era, y aun así, lo único que llenaba el lugar era un juego de sofás en un extremo, una chimenea y uno que otro mueble. Largas ventanas permitían que la luz del sol se filtrara a través de las elegantes cortinas azules y blancas corridas. Y unas puertas de vidrio revelaban un espacioso balcón. Eso... No era para nada la pequeña habitación de su hospedaje. Frunciendo sus cejas, Rhys volvió a contemplar a los dos desconocidos. —¿Dónde estoy? ¿Y quiénes son ustedes? Ambos dejaron de hablar entre ellos y observaron a Rhys solo unos segundos para seguir diciendo cosas que el joven humano realmente no entendía, y el intentar averiguarlo solo estaba provocando que su dolor de cabeza empeorara. —Eh... Realmente no entiendo qué está sucediendo aquí. Podrían explicarme, ¿por favor? —pidió. —¿Realmente no sabes lo que está ocurriendo? —cuestionó el hombre. —No recuerdo mucho de lo que ocurrió anoche —confesó y frunció sus labios—. Sé que debí de haber bebido demás y de ahí mi dolor de cabeza, razón por la cual en este momento mi último recuerdo es el bonito sueño que estaba teniendo antes de despertar —contó. Ambos se observaron y fue finalmente la mujer quien se acercó a la cama y le entregó a Rhys una carta. Ignorando de momento aquellos grandes ojos color chocolate que le admiraban con un singular brillo, el joven humano sacó la hoja del sobre con su nombre y se encontró con una hermosa letra pulcra y perfecta. “Querido Rhys, Para el momento en que tengas esta carta entre tus manos ya no estaré ni remotamente cerca, pero me alegra informarte que he cumplido con mi promesa y te daré la oportunidad de encontrarte con tu encantador príncipe Caspian. ¿Te estarás preguntando cómo es posible? Bueno, mi querido amigo ¡solo tienes que fingir ser yo! El príncipe Dorian Bellarose. Sí, sé que expresaste tu preocupación por ello ayer al ser un simple humano, pero no debes de preocuparte porque ya resolví aquello y le informé a mis dos queridos amigos más cercanos y guardaespaldas sobre mi perfecto plan. Tú solo confía en Todd y Sadie, no hay nadie más en el mundo que me conozca más que esos hermanos, por lo que te guiarán por el buen camino en tu representación. Feliz cumpleaños, Rhys, te deseo la mejor de las suertes, de tu nuevo amigo, Dorian. Pd: No es por presionar, pero ten cuidado con que no te descubran o todos estaremos muertos (ノ*°▽°)ノ ” Exhalando lentamente, Rhys dobló la hoja y contempló fijamente su regazo tratando de asimilar lo que había leído. Como por arte de magia, poco a poco los recuerdos de la noche comenzaron a llegar hacia él. Desde su encuentro con el príncipe Dorian, sus palabras, su promesa, su plan y la forma en que le llevó hacia la habitación. Alzando su mano derecha, el joven humano pellizco duramente su mejilla y se quejó del puro dolor que le provocó dicho movimiento. —Así que... No estoy soñando —pronunció masajeando su mejilla lastimada. —Sí, nosotros nos preguntamos exactamente lo mismo tras terminar de leer nuestras cartas —expresó la mujer—. Él es mi hermano Todd y yo soy Sadie, ¿cuál es tu nombre? —Rhys —respondió, manteniendo su mano en su mejilla—. ¿No hay alguna forma en que esto solo se trate de una broma del príncipe Dorian? —indagó esperanzado. Ambos hermanos se observaron y negaron. —Si Dorian decidió que se tomaría un tiempo lejos de todo y todos, eso es precisamente lo que hará —expresó Todd—. Y me siento un poco estúpido por haber caído en su trampa y no dormir en el sofá como habíamos planeado. —No es tu culpa, supuestamente trajimos arrastrando a Dorian luego de que bebiera demasiado, ambos creímos que no se levantaría hasta el día siguiente —le recordó su hermana. —Pero debimos de haber dudado. ¿Cuántas veces Dorian no ha hecho una de las suyas para salir del palacio? —Si, pero supuestamente eso es algo que solo hacía en nuestra manada, nunca pensamos que podría intentar lo mismo en una manada que no conoce —argumento Sadie. —Y fuimos unos tontos por pensar que algo así detendría a Dorian. Debimos de haber sospechado en el mismo instante en que nos percatamos que se encontraba más tranquilo de lo usual —indicó Todd y su hermana esta vez no pudo responder. —¿El príncipe Dorian siempre hace cosas como esta? —preguntó Rhys, curioso. —Salir sin el permiso de sus padres y sin guardias, sí. Buscar a su copia exacta para que lo reemplace fingiendo ser él, no. Es la primera vez que sucede —contestó Todd. —Y es realmente sorprendente el parecido que tienes con él —comentó Sadie—. Si no fuera porque Dorian tiene algunas perforaciones en su oreja izquierda y su cabello es rubio, casi pareciera que fueran hermanos. —No olvides el importante punto de que él es humano y nuestro príncipe es un omega dominante —le recordó su hermano. —Pero aun así no puedes negar el parecido, para aquellos que no lo conocen o han compartido poco con él, perfectamente este humano podría pasar como nuestro príncipe, solo debemos de colocarle un perfume dulzón y listo. Como un dominante Dorian nunca actuó sumiso ni escuchó las órdenes de nadie —argumentó. —Precisamente es por ello por lo que siempre hace lo que quiere —resopló Todd. Y por muy interesante que fuera la conversación para Rhys, este alzó su mano llamando la atención de los hermanos. —Por muy buenas intenciones que el príncipe Dorian tuviera con este plan... —No la tuvo —interrumpieron ambos hermanos en sincronía, provocando que el joven humano parpadeara en sorpresa. —Él solo vio la oportunidad de hacer otra de sus travesuras y la tomó utilizándote para ello —indicó Todd. —Es un buen tipo, pero cuando algo se le mete en la cabeza hace de todo por conseguirlo y solo se aprovechó de tu deseo para lograrlo esta vez —apoyó Sadie. —Bueno, cual fuera la intención del príncipe Dorian, aunque agradezco la oportunidad que me brindó con ello, no puedo hacerlo. El representante de Wolf Heart que está cuidando de nosotros los humanos ya debe de estar al tanto de mi ausencia, lo que me meterá en problemas y acortará mi estadía aquí, por lo que debo de irme antes de que me comiencen a buscar, si es que no lo están haciendo ya —expresó. —No puedes irte —rechazaron ambos hermanos. —Si te vas ahora, todos estaremos en problemas —indicó Todd. —No es que quiera meterlos en problemas a ustedes y al príncipe Dorian, pero yo me meteré en problemas si descubren mi ausencia y no quiero ser una de las razones por la cual luego no dejen a los humanos volver a Wolf Heart —expresó con una pequeña mueca. —Dorian debió de haber solucionado aquello ya —aseguró Sadie—. No habría salido de no ser el caso. —No creo que haya podido lograrlo, aunque intente hacerse pasar por mí, no podrá sin este brazalete. Alzando su mano izquierda, Rhys mostró el brazalete plateado que... No estaba alrededor de su muñeca. —Sip, definitivamente pensó en todo —pronunció con sorpresa. —Pero esto me da una pista donde buscarlo —anunció Todd—. Si tomó tu brazalete significa que debe de estar fingiendo ser tú, por lo que si le busco ahí, debería de encontrarle. —Creo que lo mejor sería salir los tres a buscarlo, se supone que mi estadía en Wolf Heart se terminaba hoy y volvería a la ciudad con el grupo de humanos con el cual viaje —informó mordisqueando su labio inferior. El horror pasó por el rostro de ambos hermanos. —Saldré ahora mismo a buscarlo —declaró Todd—. Ustedes deben de quedarse aquí. —Pero lo mejor sería salir a buscarlo los tres, será más rápido —indicó Rhys. —No, tienes que quedarte y fingir ser el príncipe Dorian en lo que voy por él. Si no es visto por los empleados, podrían comenzar a preguntarse dónde está —explicó Todd. —Pero yo no sé nada sobre ser un príncipe —exclamó con horror. —No te preocupes, solo debemos de mostrar tu cara en el balcón para que todos te vean y listo —solucionó Sadie—. Aunque primero debemos de hacer algo con tu ropa. Con tu cabello simplemente diré que decidiste teñírtelo, no sería nada raro, hace solo unos días Dorian lo tenía de un rosa pálido. —Tienes que perforar sus orejas, todos saben que Dorian siempre trae unos aros a juego con el color de su ropa —instruyó su hermano. Las manos de Rhys instintivamente viajaron hacia sus orejas. —¿Es necesario hacerlo? ¿No puedo simplemente ocultarlo bajo mi cabello? —Es una buena idea, tampoco hay que obligarlo si no quiere —indicó Sadie. —Solo manténgase en la habitación y no salgan, yo iré por Dorian. Y con aquella declaración, el hombre se retiró de la habitación dejando a ambos a solas. —Lamento que Dorian te haya metido en este problema, no creí que llegaría tan lejos por salir. Observando a la castaña mujer, Rhys le sonrió suave. —Está bien, fue mi culpa también por emborracharme y no tomarme en serio sus palabras cuando me explicó su plan —indicó y arrugó su frente—. ¿Crees que pueda tomar algo para el dolor de cabeza? —¿Los humanos también sufren de eso? —preguntó con sorpresa. —Yo también me preguntaba si ustedes sufrían de algún dolor —confesó con una pequeña risa. Risa, que se transformó en una mueca ante el dolor de cabeza. —Espera aquí, no te muevas. Ahora mismo conseguiré algo y pediré que te traigan el desayuno —prometió—. Tú solo relájate y toma este momento como unas pequeñas vacaciones dentro de tus vacaciones —le sonrió y se retiró rápidamente.
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