Arrastrando sus pies por el suelo, las piernas de Rhys se estrellaron contra la amplia cama cuando finalmente llegó a esta. Dejándose caer, el joven humano fue recibido por el colchón más cómodo en el que había estado alguna vez y su rostro se enterró en la almohada. Sin pensarlo mucho, Rhys gritó con todas sus fuerzas en un tonto intento por desahogarse y liberar aquellas palabras que quedaron atrapadas en su garganta tras haber sido dejado de aquella forma por el estafador príncipe Caspian, que de encantador ya no tenía nada. Y es que, luego de que finalmente pudo salir del profundo estupor en el cual el príncipe Caspian le llevó, ya había sido demasiado tarde para responder cualquiera de sus acusaciones o desagradables palabras con las cuales le atacó sorpresivamente, lo que en seguid

