Tan pronto como las mantas fueron retiradas de su cuerpo, Rhys se quejó y se volvió una pequeña bolita intentando ocultarse. En realidad, al humano le gustaba despertar temprano para apreciar los amaneceres tanto como los atardeceres, pero en ese instante, él solo quería seguir durmiendo en cualquier rincón oscuro. Al apreciar al humano acurrucado en medio del desastre de la cama, intentando seguir durmiendo, Sadie suspiró y observó sobre su hombro. —No será necesario ir a buscarlo al palacio del príncipe Caspian, te dije que se encontraba aquí —anunció alzando su voz. Ante el ruido, Rhys volvió a emitir un ruidito disgustoso con su garganta y alzó sus manos. Sin siquiera molestarse en abrir sus ojos, buscó a tiendas una almohada y la colocó sobre su cabeza. —Oh, no chico, estas ya no

