Mensajes

969 Words
- Bip – Bip - Me despertó el sonido de mi teléfono celular, lo tomé como pude, recordatorios de Emily de los pendientes de la empresa, y otras cuantas reuniones con algunos proveedores. Me quedé un rato en la cama mirando a la nada, pensando en todo lo que había ocurrido en tan solo un par de días y en el qué seguirá. - Bip – Bip – sonó de nuevo mi teléfono celular. -- ¿Dónde estás?  Roxundra me ha dicho que viajabas ayer, te he estado esperando. Nicoleta. --- Medité por un instante en que decirle. ¿Y si viajaba hasta allí y le entregaba las fotografías? ¿Podría seguir fingiendo nuestro matrimonio y vivir así? ¿Pedirle el divorcio e intentar llevar una vida normal? Me levanté para darme una larga ducha, tratar que el agua me calmara y se llevara todo lo innecesario. Después de un buen desayuno para calmar la resaca de dos días me dispuse a trabajar en los pendientes, Nicoleta estuvo marcándome en varias ocasiones, simplemente no podía hablarle, lo que tenía que decirle no debía ser por teléfono y quería que soportara la agonía de si estaba en Milán o no. - Bip – Bip – de nuevo mi teléfono, lo tomé esperando ver otro mensaje de Nicoleta. -- ¿Ya estas usando la app? Marco. --- ¿Cómo puede ser tan insistente? Incluso en el colegio y luego en la universidad era así, siempre buscándome chicas para salir. Por él tuve mi primera novia, salía a fiestas y viajes escapado de mis padres. Medianamente sonreí por primera vez en el día. -- Ya la he eliminado. Alexandru. --- Le escribí para zanjar el asunto de una vez por todas, o lo tendría allí a cada rato. - Bip – Bip - -- No me mientas hermano, he buscado tu perfil y he visto la foto que te has montado. Te has montado una mirada muy seductora, (carita guiñando) aunque personalmente prefiero montar una foto sonriendo, con eso piensan que soy divertido. Tómalo como concejo. Marco. --- ¿Divertido? Yo no soy divertido, Marco, sí, él sí que lo es. Sonreí en la soledad de mi habitación, frente a la computadora, trabajando un sábado en la mañana en vez de estar fuera disfrutando un poco de la vida. Conociendo una chica, quizá teniendo sexo con alguien que realmente me guste. Abrí la aplicación con la intención de echarle un último vistazo antes de eliminarla, fui pasando uno a uno de a poco las fotos de las chicas en el lugar, en realidad y de manera inconsciente no quería desechar la idea de flirtear un poco con alguien. Despejar un poco la soledad que me estaba agobiando en ese momento, Nicoleta, ha disfrutado de sus acompañantes por un año o quizá mucho más, y yo solamente dedicado a los negocios empresariales a sacar a flote la pequeña empresa para llevar hasta donde está hoy en día.   De repente una foto me llamó la atención, unos labios rojos intensos, era más como un color escarlata, realmente sensuales, no se veía nada más de su rostro, solo los labios. ¿Cómo una foto de unos labios podría verse tan sensual, sin dejar ver nada más? Ingresé a su perfil. Amelia White de Londres, 34 años. - Londres…- susurré para mí. Estaba lo suficientemente lejos como para reconocerme, además eso evitará la tentación de la mínima posibilidad de un encuentro real. - Amelia… - susurré su nombre y se sintió extraño, como si mi lengua y mi corazón hubiesen repetido ese nombre muchas veces con anterioridad, aunque no conociera a ninguna mujer con ese nombre. No pierdo nada con intentarlo, pensé. Le di click en el botón de enviar mensaje, ni siquiera sabía que decirle o como debía comenzar la conversación y eso me ponía nervioso. Y más si el propósito de esto era hacer algo de “sexting” o algo así le había llamado Marco. -- Hola, Amelia. Un placer soy Alexandru, puedes decirme Alex si lo prefieres, vivo Bucarest, Rumania, me gustaría hablar contigo en algún momento… Atentamente: A. D. --- Me quedé observando por varios minutos cada palabra allí puesta, parecía un apartado más de un mensaje corporativo que un posible flirteo. Pero qué más le podía decir, seguramente a Marco se le hubiese ocurrido algo más novedoso, divertido o atrevido, como mencionar lo sensuales que se ven esos labios color escarlata y que espero que realmente sea una foto autentica de ella. Pero yo no era capaz de decirle algo así, al menos no sin conocerla. Sin más preámbulo envié el mensaje, al fin de cuentas lo más posible es que ella ni siquiera contestase mi mensaje. El resto de la tarde hasta entrada la noche me quedé trabajando frente a la computadora con mucha dificultad, por instantes se me pasaba la imagen de sus labios y eso me hacía revisar el teléfono celular cada tanto, con una esperanza tonta de una mínima la posibilidad de recibir un mensaje de aquella misteriosa mujer de labios sensuales. - Bip – Bip – sonó de repente mi teléfono celular cuando me disponía a salir a cenar algo. Era un mensaje de ella, me quedé inmovilizado sosteniéndome del pomo de la puerta, con la puerta entreabierta y el abrigo en una de mis manos. Respiré profundo, me sentía como si no hubiese respirado desde que le envié el mensaje, la notificación brillaba en la pantalla, solo resaltaba su nombre, Amelia White y yo solo quería volver a ver esa imagen. Volví a cerrar la puerta detrás de mí, tiré mi abrigo en uno de los sillones de la entrada, busqué el más cercano para sentarme y ver su mensaje. Lo abrí rápidamente sin pensarlo mucho, repasé varias veces sus palabras en la pantalla. 
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