- Aún no te quites las bragas – sonrío porque me imagino que ya se las habrá quitado y eso la hará sentir más frustrada.
- Esta bien – su voz tiembla y se pone más aguda y sé que me está mintiendo.
- No me mientras, Amelia – le digo con firmeza – Sé que te las has quitado ya – vuelvo a sonreír con travesura, me la imagino allí postrada en su cama, completamente desnuda. Tentada a empezar a tocarse, quiere ser obediente, no obstante, su personalidad no la deja. ¿Cómo es que he llegado a conocerla en tan poco tiempo?
- Lo siento – lo dice casi en sarcasmo, no se arrepiente de lo que ha hecho. Solo espero que nunca lo haga, que nunca se arrepienta de nada de esto.
- ¿Vas a hacer lo que te diga? – siento la garganta seca. Quiero que me diga que sí, que se entregue, que sea mía, aunque no l
