—Creo que ya es hora de irnos chicos —les digo en voz alta a Leonel y marcos que se encuentran sentientes conversando con Anderson. Desconozco de qué hablan, sospecho que ha de ser de algo bastante ameno pues en el tiempo que tienen cuidando de mí, nunca los había visto sonreír, y bueno, no es que yo sea muy amistosa como para que ellos desplieguen si quiera una media sonrisa frente a mí. Tal como soy, los trato. Ahora que recuerdo, ser risueña no es una de mis cualidades, al contrario, como no he sentido que la vida me haya dado un verdadero motivo para andar repartiendo sonrisas, mostrarme parca, ha sido mi verdadero rostro.
—Licenciada, creo que por ahora no podrá ser —me responde Leonel volteando a verme.
—Ello, ¿por qué razón? —pregunto al tiempo que paso la mirada de él a Anderson
