Tenía alrededor de quince minutos de haber entrado a mi oficina, cuando se abrió la puerta para dar paso a Carlos, quien venia en actitud de discutir.
—¿Puedo saber qué te está sucediendo? —pregunta sentándose al frente en una de las sillas de visitante—, no eres de dejar botado el trabajo y menos llegar tarde.
—Esto me suena a reclamo de un jefe a subordinado y que yo sepa acá por orden de jerarquía, estoy sentada en la silla del que tiene la atribución de reclamar y tu del que con sutileza pregunta —le respondo en el mismo tono, sintiendo la molestia de la columna. Pendiente de llegar al Ministerio y la molestia que me causó las atribuciones de Aaron, pasé por alto tomarme el medicamento. Me inclino con evidente dificultad para sacar de la gaveta mi bolso, y luego de él, el envase con
