Tal como me lo pidió la seguí, como cual guardaespaldas, hasta la oficina del delegado. Este al verla, imitando a los oficiales que están apostados en la entrada de la delegación, le hizo una reverencia, en este caso con la diferencia de que él ya sabía quién era ella y a qué había ido a las instalaciones del edificio policial. Para no entorpecer su trabajo, me quedé parado a un lado de la puerta observando como actúa, como se desenvuelve mientras le explica al delegado lo que había hecho, y lo que debía hacer él a partir del momento en el que ella le entregara el informe firmado y sellado. Verla en acción es motivador, ver como se le iluminan los ojos a medida que va avanzando en su explicación, es la prueba de que aún hay personas que creen en un sistema tan corrompido como el sistema