—Hola pioja —le contesto a Aimara que se encuentra al otro lado de la línea.
Estoy en mi oficina. Después de hacer la entrega me vine directo. Desde que llegué estoy sacando trabajo pendiente y pensando en quien pudiera apoyarme en las labores de inteligencia para hacer seguimiento en el local donde funciona la empresa de Enrique, las personas que lo frecuentan y cada cuanto tiempo va él para allá.
—Grandote, ¿cómo andas? —me pregunta—, ¿estás ocupado?
—Todo bien hermanita, un poquito, pero para ti siempre tengo tiempo. A ver, cuéntame —le insto a hablar.
—Acabo de hablar con Luisana —nada más escuchar su nombre me puse alerta.
—¿No me digas que le sucedió algo? —pregunto en seguida.
—No, nada, tranquilo. Me llamó pues parece haber encontrado indicios de que el accidente que tuvo no
