Enrique Still

1026 Words
                —¿Estas seguro de no haber dejado rastro alguno? -Le pregunto a uno de los hombres que se encarga de hacer el trabajo sucio por mí, hasta ahora no me han fallado y espero esta vez correr con la misma suerte.                 —Sí señor, no hay forma de que relacionen la muerte de la chica con usted —Me explica Iván, el más osado de todos ellos—. Sí dejamos evidencias, pero que hacen ver que fue su ex el que la asesinó; obviamente a él no lo van a conseguir porque ya lo desaparecimos.                 —Eso espero, no quiero errores —En estas palabras va implícita una amenaza de muerte segura. Mucho me ha costado llegar adonde estoy y mantenerme. Si tuve que sacar del medio a miembros de mi familia para lograr mis objetivos, no iba a dudar en hacerlo con esa chica que estaba a poco de descubrir mis mayores secretos, no podía permitir que ella siguiera avanzando, estaba solo a unos cuantos pasos de relacionarme con la organización que lidero, y de allí a que sacara esa información a la luz pública no le iba a costar nada más que colgar difundir la información que había recabado en cualquiera de los medios donde se fue dando a conocer. Es una decisión arriesgada, porque la chica no solo era hija de un funcionario de alto nivel del gobierno, sino que también se había convertido en una figura pública por los resultados tan acertados de sus investigaciones sobre hechos trascendentales, muchos relacionados a temas políticos que afectan gravemente al país y otros a algunas organizaciones criminales que han ido penetrando impunemente en el territorio sin que, hasta el momento que ella las individualiza con nombres con los que se identifican, lideres, cómplices y lugares de operación, habían sido conocidas sino por quienes han tenido algún roce con ella o sus integrantes. Porque sigo día a día las noticias, el ver de cerca el proceso de destrucción de quienes fueran señalados en los informes de sus investigaciones, en los cuales marcaba con tinta invisible el fin de los estigmatizados, al darle a los órganos de seguridad los elementos básicos para arrancar con toda una campaña bien orquestada de persecución sin contemplación, y en algunos casos, hasta sin ley, quitando del medio a todo lo que representa una contravención a los intereses del gobierno y de la ley; la experiencia me había demostrado lo arrasador que puede ser verse en medio de todo esto si eres el señalado, el perseguido, y yo no estoy dispuesto a dejar que me señalen, mucho menos arrebaten el lugar que con esfuerzo he conseguido ni ser puesto tras las rejas. Si he de silenciar tantas bocas sean necesarias callar, lo haré; pero eso de bajar la guardia a la espera de que vengan a buscarme, no lo haré, jamás. Aunque la chica fue advertida sutilmente en varias oportunidades, al enviarle a uno que otro amiguito y amiguita con obsequios y algunas notas de aviso, hizo caso omiso, no se detuvo en su afán estúpido por descubrir verdades que a veces es mejor mantener ocultas para no causar tanto daño como el que hoy ha de estar sufriendo su familia y hasta ella misma al ser enviada al mundo paralelo donde termina nuestro recorrido por la vida; el de ella se adelantó, con ayuda de mis hombres, todo por su terquedad.   En este momento no puedo permitir que me investiguen. Mucho me costó frenar la orden que se dio para  investigar la muerte de una de las chicas que iba a ser vendida a un libanés, la cual era familiar de alguien con conocidos en el gobierno y que pretendieron usar esas influencias para dizque hacer justicia, solo que a mi favor tuve el hecho de que uno de los hermanos de la chica, estaba metido hasta el cuello en hechos delictivos, lo cual me favoreció no solo para silenciar a su familia, sino también para frenar al  fiscal a quien le asignaron la investigación, lo hice desistir,  inhibirse de esta investigación, logrando además que archivaran el caso en lo más recóndito de los archivos del Ministerio Púbico. Mucho fue el dinero que tuve que pagar para que todo ello fuera posible, un mal necesario, porque gracias a eso pude continuar con mi vida, con mis actividades sin preocupación alguna. Ahora tengo frente a mí, la necesidad de ver que traerá detrás de sí la muerte de la periodista. Esperando que no haya compartido con alguien más sus impresiones sobre la investigación que venía haciendo en torno a la desaparición de algunas chicas en los últimos meses, hecho donde mi organización tiene toda la responsabilidad, pues ante el deceso de la tasa de chicas que busquen empleo en la prostitución, no nos quedó más opción que secuestrar a las que, luego de un seguimiento riguroso y periódico, se asemejaban a las que característicamente piden nuestros clientes exclusivos. Lo triste es que muchas de estas chicas son de menor edad y bien portadas, hijas de personas de clase media y hasta de la alta sociedad. Muy pocos reportaban estas desapariciones, pero a raíz de las investigaciones que había venido realizando Daniela Rivero, comenzó a calentarse el ambiente de una manera que no es conveniente a mis intereses.                 —Iván, necesito que te pongas al frente de la investigación de este hecho, necesito que sigas de cerca que va a hacer Rivero, no podemos dormirnos con esto —Le ordeno.                 —Como usted ordene señor —me responde—, déjeme ver a quien de los que lo rodean podemos sobornar para que nos sirva de informante.                 —Mientras más rápido consigas a alguien dentro de su círculo, mejor, precisamente ahorita debe estar moviendo sus piezas para ordenar investigar este caso; por mucha evidencia que hayas dejado inculpando al ex, mientras no hay un cuerpo solo sembrarás la duda —Le digo sintiéndome algo nervioso—, necesito saber si la mujercita esa no alertó a alguien más de sus sospechas. Necesito que entren a su apartamento de inmediato y busquen toda la información que me pueda comprometer —Le ordeno.    
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