Es desconcertante. Casi incomprensible. Jamás habría imaginado que Sarah, con ese carácter fuerte e indomable que siempre había mostrado, viviera bajo un tipo de s**********o. Para mí, ella era libre. Libre de elegir, de hablar, de ir y venir como le plazca. Su mirada firme, su forma de plantar cara al peligro… todo en ella gritaba autonomía. Y ahora, descubrir que ha estado ligada —quizás desde siempre— a alguien como Minerva, que de algún modo también guarda un vínculo conmigo… hace que el suelo se sienta menos firme bajo mis pies. Siento cómo algo dentro de mí se desarma en silencio. Todo este tiempo. Desde que llegamos al cementerio no he hecho nada más que intentar agarrar todas las piezas dispersa de este rompe cabeza para intentar armarlo y que todo cobre sentido, pero entre más

