Paralizado ante la situación tan caótica frente a él, intenta escuchar lo más que pueda para ver qué otra cosa llegase a enterarse. —¿Oh? ¿Entonces eso fue lo que pasó? —replicó la chica con tono burlón, inclinándose ligeramente hacia el cazador. Su voz, cargada de sarcasmo, parecía atravesar el aire con una claridad que no admitía dudas—. A mí se me hace que te acobardaste y no quisiste hacer bien tu trabajo. Creo que ya perdiste la magia. De otra forma no lo hubiese dejado escaparse así... ohh disculpa, el que escapó fue otro. Dreida sonrió ampliamente, como si su comentario le proporcionara un placer genuino. Sus ojos brillaban con una mezcla de confianza y desafío, mientras las palabras se deslizaban de su boca con una fluidez que hacía imposible ignorarlas. Para Aidan, cada sílaba e

