Me acerco a la pared, intrigado por la presencia de una foto colgando tenuemente de un hilo que pende del techo. Con cuidado, la tomo entre mis dedos. El rostro que veo me deja paralizado por un instante. Es la cara de una niña, pero no cualquier niña. Es idéntica a Dreida, la hija del cazador del club Desiree, aquella chica que pensé que había capturado el interés de Aidan. Sin embargo, hay detalles que la distinguen. En la fotografía, su piel es tersa y libre de pecas, su cabello castaño con reflejos cobrizos cae en un estilo que parece recién peinado. No obstante, algo mucho más profundo que la apariencia salta a la vista: la esencia que se filtra en su mirada es inconfundible, la misma que Dreida proyecta al mundo con cada gesto, con cada silencio. Estoy absolutamente seguro de que es

