¿Sabes cuando algo simplemente no cuadra? Como cuando mezclas helado de vainilla con salsa picante porque te dio curiosidad (¡yo lo hice! una vez… no lo hagan). Bueno, así somos nosotros tres. Yo, Aidan y Allen. Somos como... como un rompecabezas armado con piezas de juegos distintos. Pero ¡funciona! Y no tengo idea de cómo. Aunque claro, Allen siempre parece estar a punto de suspirar de fastidio. Siempre. Cada vez que hablo, creo que en su cabeza suena un violín trágico. Pero igual me cae bien. O no sé. Es raro. Aidan cerró la puerta en mi cara. ¡Literal! Yo tenía barro en las botas, y no, no tenía intenciones malvadas. ¿¡Quién cierra la puerta en la cara de una chica inocente y adorable como yo!? Bueno… Aidan. Y aunque al principio me dio rabia (o sea, me hirvió la sangre, como olla de

