Consciente de que escapar de aquel lugar sin ser detectados era prácticamente imposible, los tres comenzaron a caminar hacia el estrecho pasillo para poder planear algo mientras se dirigían a la salida. Allen lideraba el grupo, avanzando con pasos seguros, mientras Aidan y Corito lo seguían a pocos pasos detrás. El pasillo estaba completamente oscuro, sin ninguna luz que iluminara su andar, lo que añadía una capa de dificultad al ya complicado intento de huida. Para Allen y Aidan, la falta de iluminación no suponía ningún problema. Sus ojos, habituados a adaptarse a las variaciones de luz, les permitían moverse con facilidad en lugares donde otros apenas podían distinguir formas. En el caso de Aidan, su visión era especialmente aguda, comparable a la de un gato; cada detalle en la penumbr

