Lo único que Aidan pudo hacer fue suspirar. No por falta de palabras, sino porque el cuerpo a veces tiene su propio lenguaje cuando la mente no sabe cómo reaccionar. Se quedó quieto, sintiendo cómo la inquietud palpitaba en su pecho con fuerza renovada. Era difícil saber qué hacer. Difícil pensar con claridad cuando, por primera vez, estaba atravesando algo que nunca había sentido antes. Jamás había interactuado así con alguien que no fuera Allen. Los demás eran solo presas. Objetivos. Fragmentos que desaparecían sin dejar huella emocional alguna. Pero esto... esto era diferente. Lo sabía desde el primer roce de la voz de Dreida contra su oído. Cuando la conoció por accidente en el club Desiree. Cuando la vio en un momento crítico como lo es para Aidan tener hambre, su mente no actúa como

