-¡Oh! Veo que estás listo para seguir adelante -exclamó el hombre, con un tono de sorpresa que parecía tan sincero como irónico. Luego llevó el cigarro a sus labios y le dio una calada profunda, dejando que el humo escapara de su boca con la lentitud de quien no tiene prisa en decir lo que piensa. La ceniza cayó sobre la tierra con indiferencia. Couzie no se movía con la intención de cazar ni de intimidar. De hecho, su postura no era la de alguien que había venido a cumplir una misión peligrosa. Más bien, parecía acompañar a Aidan en su desmoronamiento como si ya supiera que ningún disparo haría más daño que las palabras que él mismo acababa de escuchar. Aidan lo observó con creciente desconcierto. Esa calma ajena se le hacía insoportable. No entendía cómo podía estar allí, justo al lado

