Sarah seguía consumida por la rabia, aunque intentaba mantener una apariencia tranquila mientras aceleraba su paso. La mezcla de celos y frustración se acumulaba en su interior, pero su mente estaba decidida a llevar a cabo su plan. Si lograba captar la atención de Allen y conversar con él, tal vez Aidan se daría cuenta de lo que estaba sucediendo y comenzaría a sentirse igual que como ella se sentía: reemplazada. Por un momento, esa idea parecía perfecta. Sin embargo, Sarah era consciente del desafío que enfrentaba. Allen no era alguien fácil de tratar; su personalidad egocéntrica y exigente hacía que ganarse su simpatía fuera una tarea titánica. De hecho, para ella, lograr que el vampiro se interesara en lo que tenía para decir parecía una misión casi imposible.
Con ese pensamiento en m
