—Bien... ella se fue para allá —susurró Corito, mientras señalaba con el brazo extendido hacia el noroeste, su dedo temblando ligeramente al apuntar. Su mirada, aunque firme, tenía un leve brillo de preocupación. El gesto parecía pequeño, insignificante quizá, pero en ese instante, era el punto de partida de una búsqueda que no prometía retorno. Su voz se entrecortó mientras añadía—: Ella y Allen estaban para allá… juntos. La tensión en el ambiente se hizo palpable. Un silencio espeso envolvía a todos como una capa de humedad densa. Dreida dio un paso adelante, con los labios apretados en una línea decidida. —Bien, Ceci. Ahora dime… ¿recuerdas los rostros de quienes se llevaron a Allen? Cecilia se estremeció. Su expresión cambió radicalmente, y lo que era duda se convirtió en incomodida

