Mientras los ecos del abrazo con Dreida aún latían en sus brazos, Corito apenas podía con la agitación de su pecho. No era sólo la emoción del reencuentro: era la sensación intensa —casi violenta— de que todo, de repente, encajaba. Durante meses, lo que antes parecían fragmentos sueltos, escenas sin correlación ni propósito, cobraban ahora un sentido brutal. Todas las miradas sospechosas, los silencios prolongados, los encuentros breves... se convertían en piezas de un rompecabezas que, al completarse, revelaba una verdad mucho más profunda de lo que jamás imaginó. "Siempre supe que había algo extraño en Cecilia." La voz interna de Aidan se deslizaba como un susurro de advertencia, vieja y persistente. Siempre le pareció demasiado insistente, demasiado interesada en estar donde Allen e

