El aire dentro del mausoleo huele a tierra estancada, incienso seco y algo más… algo que no puedo nombrar. Tal vez sea la presencia constante de la muerte o los secretos fermentando bajo el mármol. Sea lo que sea, nos envuelve a Sarah y a mí en un ambiente denso, expectante, como si las paredes mismas observaran lo que ocurre en el umbral. La escena entre Allen y Minerva continúa. No se limita al contacto físico—ese sería el error más ingenuo. Lo que presenciamos no es simple deseo, sino algo más roto, más arrastrado a través del tiempo. Hay historia en la forma en que se tocan, heridas abiertas que parecieran encontrar alivio en cada roce. No se besan como quienes acaban de conocerse, sino como quienes han tratado de olvidarse… y han fallado miserablemente. Sarah, aún mirando desde la e

