CAP: 9 - ENCUENTROS NOCTURNOS
Como si fuera otro pacto de silencio, una Omertá de pareja, Ágata y su marido, no hablaban de Alfonso. A sabiendas ambos de lo que acontecía entre ellos. Vicente tuvo su virginidad y se había casado con ella, tendría sus bienes, ahora que el Don ya no existía. No le costaba cerrar la boca. No lo entendía como haber roto un mandamiento, no, Alfonso la había conocido antes, o eso quiso creer de los dichos de ella. Un retorcido engaño que elegían todos. Aunque el pobre baleado, como gustaba decir de Alfonso, nada podía decidir.
A la Pantera, la quería así, cuando lo miraba, caliente, y bestial cuando acababa. Le pertenecía. Cada encuentro nocturno lo llenaba de vigor, en cambio de agotarlo, la esperaba erecto, su m*****o duro como sabiendo que debía castigarla, porque así era. Ruda, voraz, pero cerraba los ojos, y a él le gustaba verla, buscar adentro de esos faroles todo lo que había de ella. Estaba convencido que ahí, en la cama, aparecía toda la hembra que las ropas ocultaban. Claro que era naturalmente sensual, atractiva y a pesar de ésa voz de mando que esgrimía, muy femenina. Sonríe pensando en cómo se impone y no es muy alta, ¡pero qué fuerza, qué personalidad! la hace ver enorme, amedrenta.
Estaba orgulloso de Ágata. Esperaría para poner las cosas en claro con el del tiroteo, con suerte, se moría, pero él sabía que la cuidaba bien, al fin y al cabo, era su trabajo protegerla.
Nadie debía enterarse, pero fue quién decidió que Alfonso fuera baleado, tenía sus secuaces y fidelidad y silencio. Que sigan creyendo que era contra la hija del Don, o contra el mismo Don. No pudo aclararse nada, se estaba demorando, porque en Europa, él también era reconocido y respetado.
Se había higienizado, presto a pasar otra noche lujuriosa, con la Flor, como le decía después del acto, a ella le gustaba que le hablara, hasta la segunda vez en que se paraba su pija. Notaba que estaba enorme ya, de sólo pensarla. La joven entró, como cada noche, tirando los tacones. Y esta vez se le subió encima, y forcejearon y ganó él por lógica, pero con esfuerzo. Ella le mandó que la sometiera como con urgencia esta vez, acuciándolo a terminar y eso lo ponía más loco, retenía y le gritaba ¡si quería la leche, que la pidiera!, ella lo mordió y lo incitó aún más a no acabar. No quería, todavía no, no, aún no, pero era tarde.
Antes de entrar, Ágata lo había pensado mucho a Alfonso, era un ejercicio que hacía por lo general mientras estaba con su marido, pero hoy todo el día, lo pensó a su amante. Recordaba sus manos, sus besos, el aliento tan varonil, mezcla de alcohol y cigarro. Como la noche que lo conoció, que ha de reconocer que por entonces si bien usaba trajes, no eran de confección como cuando comenzó a trabajar para ella. Discreción, pero galanura, sofisticación en colores oscuros. ¡Dios! Cuánto lo deseaba…
Ya se ocuparía de traerlo, ella quería cuidarlo, y amarlo. Como sea. Hasta le dijeron que podía quedar con dificultad para caminar. No importa, había aceptado la discapacidad de Tono al que quería como a un padre, imaginaba que, con Alfonso, también podría.
Se subió a horcajadas sobre Vicenzo, a veces lo nombraba así, tomándolo por sorpresa, quería que acabara pronto, y así soñar con su querido. Lo extrañaba, en el cuerpo, en las entrañas. Se dejó someter y le exigió llegar al clímax, eso parecía excitarlo más. Por fin acabo y ella pudo seguir divagando.
La vestimenta por entonces, la de los mafiosos italianos, era una parte importante de su identidad y simbolismo. Cada rango tiene su propio estilo y elección de ropa, que refleja su posición en la jerarquía y su papel en la organización. Desde el elegante traje del Don hasta la ropa casual de los soldados, la vestimenta de la mafia italiana es un reflejo de su estilo de vida y su estatus dentro de la organización.
El Don, como jefe de la familia y figura de autoridad máxima, se viste con elegancia y sofisticación. Su vestimenta refleja su poder y estatus. El Don suele usar trajes a medida de alta calidad, con colores oscuros y cortes clásicos. Los trajes suelen estar hechos de telas lujosas como la lana o la seda.
El Don también puede usar camisas de vestir de alta calidad, generalmente de colores claros como el blanco o el azul claro. Complementa su atuendo con corbatas de seda y zapatos de cuero de primera calidad.
Además de su vestimenta, el Don a menudo usa joyas llamativas, como anillos de oro y relojes de lujo. Estas joyas son símbolos de su riqueza y poder.
TONO, en cambio: como El Consigliere, como asesor del Don, también se viste de manera elegante y sofisticada. Sin embargo, su estilo es más discreto en comparación con el Don. El Consigliere prefiere trajes oscuros y discretos, generalmente en tonos grises o azules oscuros.
El Consigliere también puede usar camisas de vestir de colores oscuros, como el n***o o el gris, y corbatas a juego. Su vestimenta refleja su seriedad y su papel como consejero del Don.
La vestimenta del Caporegime y el Capodecina
Los Caporegimes y los Capodecinas, como líderes de grupos de soldados, también se visten de manera elegante pero más práctica. Prefieren trajes oscuros y discretos, pero su estilo puede ser un poco más informal que el del Don o el Consigliere.
Los Caporegimes y los Capodecinas también pueden optar por usar chaquetas de cuero elegantes y camisas de vestir de colores oscuros. Su vestimenta refleja su posición de liderazgo y su autoridad sobre los soldados.
La vestimenta de los soldados y los antonegras
Los soldados y los antonegras, como miembros de rango más bajo, tienen una vestimenta más informal y menos elegante. Suelen optar por ropa casual, como jeans y camisetas, pero siempre mantienen un aspecto ordenado y limpio.
Los soldados y los antonegras también pueden usar ropa deportiva, como sudaderas con capucha y zapatillas de deporte. Su vestimenta refleja su papel como trabajadores de campo y su disposición para realizar trabajos sucios.