CAP.27 - TODO SE ´PUSO OSCURO
Los raptos extorsivos no eran una novedad. Los antecedentes se remontaban a principios de siglo, pero adquirieron creciente rigor a principios de la Década Infame.
Otro joven había sido secuestrado un día antes por otro grupo mafioso que respondía a órdenes de la banda de Ágata y que embolsó cien mil pesos por su liberación. La madre de Aryesa, hizo su primera declaración pública y reveló entonces el pago del rescate y la falta de noticias sobre su hijo.
La investigación estaba paralizada por la desconfianza entre la policía provincial. La policía y sectores políticos de Santa Fe, en particular, estaban sospechados de preservar a los mafiosos
“¡Guerra a la mafia!” El grito de la multitud, se escuchó en medio del majestuoso silencio de la multitud reunida en la estación de Retiro para recibir los restos de joven Aryesa. Después de cuatro meses de incertidumbre el enigma que tenía inquieta a la Argentina alcanzaba una trágica aclaración: el joven secuestrado por un grupo de mafiosos sicilianos había sido asesinado a pesar del pago del rescate exigido a su familia.
La “guerra” que demandaban, hizo que pronto se comunicara una campaña de limpieza de mafiosos
Los familiares de los mafiosos que prestaron el sitio al cautivo, sin pérdida de tiempo, cobraban 20 centavos para visitar el sótano donde estuvo encerrado el joven Aryesa. Acompañan también al público a la quinta donde se enterró la ropa. Ha desfilado ya todo el pueblo por la casa de los verduleros, parece. El morbo no descansa.
La cosa se estaba poniendo fea y había que organizar la movilización de la gente al mando de Tono para llegar a la provincia de Tucumán.
Por otra parte, los jóvenes maleantes sicilianos, la rama recién nacida de la mafia, se metía en problemas como no queriendo enterarse de lo que acontecía. Un ego enorme los gobernaba y las extorsiones que iban viento en popa, les daban el ímpetu para hacer que creyeran que tenían a la justicia en sus manos. Los veteranos mafiosos se quejaban de ellos y reclamaban su parte del negocio y una reunión urgente con Ágata. Antes que reunirse con los grandes, la joven Jefa creyó suficiente citarlos, al que comandaba el grupo y a su mano derecha. Respetando el modo de los grandes Capos, como había visto hacer a su padre tantas veces, los invitó a su casa, sugirió que aceptaran el bautismo de pertenencia y luego del ritual, los besó en cada mejilla. Parecía que todo volvería a su carril hasta que luego de un par de días, otra vez volvieron a las andadas. Entraban a los restaurantes de Rosario y se iban sin pagar, considerando que era todo gratis por ser quienes eran. No ayudaban. El malestar contra ellos también crecía entre los civiles.
Los volvió a citar para darles una segunda oportunidad y otra vez se fueron haciendo creer que era ella la Jefa que reconocían. Hasta que se suscitó una balacera en el comercio donde eventualmente colaboraba, Carlo, uno de los mejores soldados de Ágata. El ataque fue brutal. A quemarropa le metieron dos balazos en la cabeza y el mortal en el pecho. Era otra guerra declarada.
Tono le confió que lo que se oyó era que nunca aceptarían órdenes de una hembra. Le dijo que había que hacer algo que no le dejara dudas a nadie de quién dictaba qué hacer…
Los cuerpos de Vigo y su secuaz, fueron hallados desangrados al otro día. Un corte limpio en la garganta de uno y otro, con la habilidad de una daga, había terminado con la vida de los malhechores. La primera señal clara de quién mandaba. Había sido proclamada la Jefa y se debía respetar.
Lo peor fue que la policía decidió intervenir en esta matanza. La sociedad toda estaba convulsionada y exigían justicia y seguridad. Y que se marcharan los inmigrantes a su lugar.
Había que acelerar los planes. En otra provincia no llamarían la atención como si se quedaban en Santa Fe y esa misma noche partieron. Ágata había estudiado muy bien lo que haría. Con su amante como aliado y Tono que respetaba cada una de sus decisiones, alquilaron una propiedad cuando apenas llegaron.
A todo esto, Vincenzo, quién aun no podía salir de New York hasta terminar unos negocios, se mantenía alerta a las novedades. Él había planeado la ejecución de Alfonso y no entendía como ese hombre aún vivía. ¡Aquél ejemplar era un Toro de verdad! Supo que no caminaba del todo normal y que había contado con la ayuda de su mujer, pero no le alcanzaba. Lo quería muerto. Ahora más que nunca que andaban juntos por todos lados. Nadie se animaba a hablar, pero no estaba cómodo, tan lejos. ¡Lo quería bien muerto! Pero estaba muy protegido y era muy difícil llegar al Toro. Esto lo enfurecía.
El plan de Ágata para robar el Banco Provincia de Tucumán fue tan ambicioso como peculiar. La idea era cavar un túnel desde un caserón alquilado en la calle Rivadavia hasta la bóveda del banco, ubicado en la esquina de San Martín y Las Heras. Para ello, acordaron con trabajadores, se cree que eran mineros con experiencia, que excavaron sin elevar sospechas entre los vecinos.
Mientras tanto en Rosario se endurecía la exigencia de la expulsión de “extranjeros indeseables”, un rótulo que incluía tanto a delincuentes como a militantes revolucionarios y marxistas, y el endurecimiento de las penas.
El plan de la Pantera minuciosamente pensado, la mantendría ocupada y al margen de aquellos sitios donde todo permanecía como en ebullición
El Congreso Nacional ya debatía una reforma del Código Penal para incluir la expulsión de extranjeros en estado peligroso y la pena de muerte. El proyecto era el resultado de la indignación pública, y si bien alcanzado a ser aprobado por la Senado, en la cresta de ese lamento, se diluyó durante su tratamiento en la Cámara de Diputados y quedó sin aprobar.
La unidad del grupo mafioso quedó muy delicada, mientras tanto bajo la presión de la investigación judicial y del clamor público.
El golpe más intrépido de los mafiosos de origen siciliano en Argentina casi significó su final.