Capitulo 6

1705 Words
Sofía Desde que Gabriel se había ido, habían pasado un par de semanas. Habíamos platicado solo un par de veces. Si soy sincera, muy dentro de mí sabía que si se iba, se olvidaría de nosotros. Pocas veces responde mis mensajes, y solo con un "estoy bien" cuando recibió mi carta de aceptación de la universidad. Traté de convencer a papá y a mamá de que me dejaran ir con él, pero me dijeron que no era posible. Realmente no sé qué le pasa a mi familia, pareciera que no lo extrañara y yo lo extraño como el infierno. Estoy sentada en el patio de la universidad. Vine a entregar mi carta de aceptación y a que me dieran mis horarios. Estoy intentando leer un libro, pero realmente no logro concentrarme. Alguien se sienta a mi lado y yo volteo a ver de quién se trata. Lo había estado evitando, pero creo que tenemos que hablar. —Hola. —Hola, Mario. —Nena, no sé si me estás evitando o tenemos algún problema. Yo solo sonrío porque realmente no tenemos ningún problema, pero sí lo he estado evitando. —Lo lamento, Mario. Creo que no me comporté de la mejor manera contigo. —Vaya, pensé que había hecho algo y no me había dado cuenta. ¿Y me podrías decir qué te pasa? Yo suspiro porque él merece saberlo. —Nada en especial, solo que Gaby se fue y lo extraño demasiado. Él sonríe y empieza a negar. —¿En serio me vas a decir que estabas molesta conmigo porque tu hermano se fue? Vamos, Sofi, solo fue a la universidad, no se mudó de planeta. —No seas grosero, Mario. Sabes que Gaby es mi mejor amigo. —Sí, pero estás de acuerdo en que es una persona adulta y tiene que hacer su vida. Algún día se iba a ir, no es como si toda la vida se fuera a quedar en casa de tus papás. —Creo que tenemos una forma diferente de ver las cosas, Mario. —Puede ser, pero tú también algún día harás tu vida y te irás de casa de tus padres. Jamás había pensado de esa manera, pero creo que tiene razón. Ya no soy una niña y me imagino que tarde o temprano tengo que separarme también de ellos. Me levanto y sacudo mi pantalón. Vuelvo a revisar mi celular y de Gabriel nada. Había dejado un mensaje, pero ni siquiera lo ha respondido. Me pregunto qué estará haciendo. ¿Se sentirá solo o ya tendrá amigos? Solo suspiro porque no quiero llenarme la cabeza de mil cosas. Mario camina junto a mí y toma mi mano, y si soy sincera, ese simple detalle lo siento extraño. Vamos directo a casa. Cuando llego, están a punto de cenar, pero no tengo mucha hambre. Así que me despido de Mario y voy directo a mi recámara. Llego y me tiro en mi cama y abro la laptop. Le hago una videollamada a Gaby y por fin me contesta. —Hola, Sofi. —Vaya, hasta que me contestas. Él me sonríe, pero al fondo se escuchan pláticas y risas. —¿Estás ocupado? —No, no te preocupes, solo un poco. ¿Cómo has estado? —Aquí, extrañándote, pero ya veo que tú a mí no. Cuando él está a punto de contestar, alguien llega y lo abraza por atrás. Yo lo miro con una ceja alzada. ¿Está quién se supone que es? Pero ella solo se presenta. —Hola, supongo que tú debes de ser Sofi. —Así es, veo que te han hablado de mí, pero lamento decirte que no sé quién eres. —Ay, por eso ni te preocupes. Mi nombre es Abigail, pero puedes llamarme Abi. Y claro que me han hablado de ti, Gabo me ha hablado de toda su familia y me dice que tú eres su pequeña hermana. Yo sonrío, pero cuando dice esas palabras, mi corazón se aprieta. Pero tiene razón, solo soy su pequeña hermana. Entonces yo asiento y trato de cambiar el tema. —Pero por lo que puedo ver, ustedes se están divirtiendo. —Sí, tu hermano es muy divertido. No te preocupes, Sofi, que yo me encargo de cuidarlo. Yo sonrío y niego. —No creo que Gabo necesite quien lo cuide. —Claro, él ya es un niño grande. Los dos empiezan a reír como locos, creo que solo ellos entienden el chiste, y me siento excluida, así que solo sonrío. Estoy por despedirme porque sinceramente tengo un nudo en la garganta. Esa complicidad, esa forma de mirarla, eso era mío, pero creo que ahora es de ella. Ni siquiera me deja hablar cuando corta la llamada. —Bueno, hermanita pequeña de Gabo, te dejamos porque nos estamos perdiendo la película. Me dio gusto conocerte y saludarte. Espero algún día nos veamos en persona. Yo solo me quedo viendo la pantalla donde ellos ya no están. No tengo manera de explicar cómo me siento, es una presión en el pecho. Sin darme cuenta, mis mejillas están húmedas. Tengo que resignarme a que Mario tiene razón, él tiene que hacer su vida. Pongo mi laptop en la pequeña mesa de noche y ahí está el cuadro donde estamos él y yo. Lo tomo y lo abrazo. Así me quedo dormida. Sin darme cuenta, cuando me levanto en la mañana, el cuadro ya se encuentra en su lugar. No le tomé importancia y me meto a la ducha. Al verme en el espejo, mis ojos están hinchados. Creo que he llorado de más, pero es lo mejor. Él es solo mi hermano, y como dijo Abi, yo su hermanita pequeña. Me preparo para ir a la universidad, ya que tengo que tomar unas clases antes de ingresar. Así que me visto y bajo a desayunar. Me siento en el desayunador y me sirvo un poco de cereal. Mi madre se acerca y besa mi frente. —¿Dormiste bien, cariño? —Sí, má. —Sofi, ¿sigues molesta con nosotros? Créeme, cariño, es lo mejor. —No, má, claro que no. Simplemente pensé que sería una buena experiencia, pero creo que ya habrá mi tiempo. —Claro que sí, corazón. Ahora anda, que se te hace tarde. Besos su mejilla y me voy a la universidad. Llego y estaciono mi coche, y me bajo. Todavía no hay tantos alumnos, solo los de primer ingreso. En la puerta me encuentro con Mario. Él me sonríe y me da un casto beso. No sé por qué, pero ya no se siente igual. Yo comienzo a caminar hacia los casilleros y él empieza a platicarme cosas que sinceramente ni le estoy prestando atención. Hasta que volteo y le regalo una sonrisa. —Perdóname, Mario. Estoy un poco perdida, ¿qué me decías? —Vamos, amor, ¿qué te pasa? —No, nada. Es un cambio, algo nuevo para nosotros. Simplemente estoy distraída. —¿Qué te decía? Que probablemente vea a tu hermano. — Ha Alex. Sí, obviamente que lo vas a ver. —No, a Gabo. El primer partido que tiene la universidad de California lo tiene con la universidad de Nueva York, así que vamos a competir. Yo solo le sonrío y asiento. Me voy directo a mi salón, tomo asiento. Todavía es temprano, ya que casi no hay alumnos. De pronto, se escucha mi celular y me emociona al pensar que puede ser Gaby. Cuando lo miro, creo que la decepción se ve en mi rostro, pero contesto. —Hola. —Hola, Sofi. Oye, ¿podemos comer juntas en tu hora de salida? Necesito platicar contigo. —Claro que sí, tenemos una plática pendiente. Se escucha como ella suspira. —Sí, lo sé. Necesito que me ayudes con algo. —Claro que sí, te veo en la hora de salida. Mándame la dirección. Mi hermana últimamente está muy extraña. Sé que siente algo por el tío Román y, si soy sincera, yo no le veo nada de malo. Solo que creo que el tío Román se detiene por la edad, ya que es más grande que Mandy por 10 años. Él trata de mantenerse alejado, pero a pesar de todo, cuando la familia se reúne, puedo ver cómo brillan sus ojos al solo verla. A nadie hacen tontos, solo ellos se hacen tontos. Mi mañana pasa muy rápido. Recibí algunos mensajes de Mario, pero sinceramente no contesto ninguno. No sé lo que me pasa. Antes, con solo ver a ese chico, me emocionaba. Sentía mariposas en mi estómago, y ahora eso ya no pasa. Salgo directo hacia la cafetería donde Mandy me citó. Cuando llego e ingreso, ella está ahí esperándome. La puedo ver nerviosa, así que me acerco y beso su mejilla. —¿Qué te pasa? ¿Tienes algún problema? Ella niega y suspira. —Me voy a ir. —¿A dónde? —A buscar a Román. —¿Cómo que a buscar a Román? —Sí, he tratado de hablar con él muchas veces, pero me evade. Simplemente quiero que me hable con la verdad. Ya estoy cansada de sentir esto por él y que sé perfectamente que él siente algo por mí, pero no lo acepta. —Wow, cariño, ¿estás segura de lo que vas a hacer? Papá lo sabe. —Sofi, soy mayor de edad, estoy a punto de terminar mi carrera. Tengo algunos ahorros. Solo quiero que me cubras. Ayúdame a decirle que me quedé en casa de una amiga. —Está bien, haré lo que tú me pidas. Solo manten me informada de todo lo que está pasando, ¿de acuerdo? Ella se levanta y me abraza. Y besa mi mejilla, pero hay algo que no me deja tranquila. —Mandy, ¿y si él no quiere aceptar lo que siente? Ella suspira y sonríe, pero es una sonrisa triste. —Si él no lo quiere aceptar, no importa. Terminaré mi carrera y haré mi vida. Y si es preciso olvidarme de él, aunque me duela el alma, lo voy a hacer. Yo solo asiento porque realmente sé que el tío Román la ama, pero ella no siempre lo va a estar esperando, ¿o sí?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD