Capítulo 03
El coche de Dylan acababa de aparcar en el patio principal. Ni siquiera esperó a que su chófer le abriera la puerta para salir del coche y subir las escaleras, con el teléfono pegado a la oreja, charlando tranquilamente con ella. No tardó más de dos minutos en llegar a la puerta de su habitación. Su sonrisa se ensanchó cuando vio a su mujer de espaldas pero aún desnuda, le puso pomada en el cuerpo y entró de puntillas.
Dylan: Me encanta verte acariciarte tanto. Me vuelve loco... Y es una de esas cosas que me hacen perder la cabeza y todo sentido de la decencia...
Gretel no pudo evitar sobresaltarse mientras esperaba la voz de su marido a sus espaldas. Ensanchó los ojos mientras colgaba el teléfono.
Gretel: ¿Qué demonios haces aquí?
Dylan : Me he esforzado mucho por concentrarme en mi trabajo, pero es inútil... Cuanto más intento borrarte de mis pensamientos, más invades mi mente. Te echo tanto de menos que no puedo pensar ni dormir, y mucho menos concentrarme en nada. Estoy atrapada en mis pensamientos y no puedo funcionar con normalidad hasta que te haya besado y tocado a mi hombrecito. Su voz retumba mientras se apodera de los labios de su amada. Tras unos minutos de pura intensidad, por fin se separa de ella y se arrodilla para apoyar la cabeza contra el gran vientre de su mujer.
Dylan: Hola colega, soy papá. No te imaginas lo emocionado que estoy por abrazarte. Ya te veo llorar cuando nazcas. Pero serán lágrimas de alegría, la alegría de tener un padre y una madre felices por haberte concebido en el amor. Tú y tu madre sois lo más sagrado del mundo para mí. Rompería todos los contratos posibles para estar contigo. Tú y mamá valéis todos los sacrificios del mundo, cariño mío.
Le acaricia el vientre y le deposita miles de besos antes de enderezarse para capturar de nuevo los labios de Gretel. Es una locura lo adicto que es a esta mujer, a este pedazo de mujer que supo domar el salvajismo que había en él, que supo ponerlo en su sitio. Él, que sólo juraba por la sangre y las armas.
Dylan: Me muero por hacerte el amor. Ahora mismo... ahora mismo... ahora mismo.
Ahí está el evento…
Vuelve a sumergirse en sus labios, pegando los inicios de su erección a su muslo, para decirle lo que quiere
Dylan: Ahora mismo me importa un bledo tu devoción por Smay.
Gretel: ¿Qué quieres hacer con ella?
Dylan : Shhh por favor, dámelo.
Gretel se apartó de él y cogió su teléfono, entregándoselo. Rebuscó en el registro de llamadas antes de ponérselo en la oreja.
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Dylan: Digamos que me desvié un poco sólo para calentar la bacteria. Una semana sin ella era insoportable por lo que le permite llegar un poco tarde?
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Dylan: Seré rápido, cuñada -dijo y tiró el teléfono sobre la cama, volviendo a estrechar a su mujer contra su enorme pecho. Con la sonrisa en la cara, no se quitaban los ojos de encima.
Gretel: Le dijiste que seríamos rápidos, así que dime ¿por qué sigues demasiado vestida?
Dylan: Estoy esperando a que mi mujer se los quite.
Gretel: Bueno, arreglemos eso ahora mismo...
La chaqueta de Dylan acababa de caer al suelo y los botones de su camisa saltaron uno tras otro hasta que su magnífico torso apareció ante los lujuriosos ojos de su mujer, la hebilla de su cinturón siguió el mismo camino liberando su tenso pene. Si ella había gritado de terror al verlo por primera vez, estaba acostumbrada a ello durante todos sus años de vida en pareja. Dylan echó la cabeza hacia atrás al comprender lo que ella planeaba hacerle. La felación es su fantasía. Dos caricias de la lengua de ella en su sexo bastaron para que soltara un largo suspiro. Gretel disfrutaba de los lametones más lentos posibles, quería llevarlo al límite, y sabía que eso era lo que más le gustaba, había practicado tanto con él que no le disgustaba en absoluto. Tras minutos de torturarlo, finalmente se lo tragó entero, haciéndole gemir. Naturalmente, sus manos se posaron en su pelo para indicarle el ritmo adecuado. El sexo con Gretel era diferente a todos los que había tenido. Con los demás nunca supo ser suave, su b*********d siempre se apoderaba de él, pero con Gretel era todo lo contrario, ella era tan suave que le resultaba imposible mostrarle su lado bestial. ¿Sería porque era ella quien la había desflorado? No podía responder a esa pregunta porque no lograba descifrar cómo esa mujer la había moldeado a su imagen y semejanza. Dylan sigue guiando lentamente el ritmo del vaivén en su boca. Jadea, grita y chilla todo su placer. La lentitud con la que ella bombeaba y lamía su pene era única. Sintiendo que no podía más, se apartó de su boca para derramar su néctar en un pañuelo. Aunque le encantaba ver a sus anteriores suspirantes tragar sus jugos, de ninguna manera iba a hacerle eso a Gretel. Mancillarla de ese modo no estaba en sus planes. Sintió que lo empujaban hacia la cama y, sin protestar, su mujer se subió y su sexo engulló el de Dylan, largo y ligeramente reblandecido. Los gemidos de la pareja llenaron la habitación, afortunadamente no había mucha gente cerca que los oyera disfrutar. Sus movimientos eran lentos, Dylan quería obligarla a moverse un poco más, ¿por qué no derramarla y tomar por fin las riendas? Pero temía por su bebé, así que se limitó a seguir su ritmo y guiar sus movimientos hacia atrás. Con una mano en la cadera y la otra acariciando sus pezones, los enroscaba y pellizcaba a veces, duplicando su placer.
Dylan: No quiero meterte prisa, pero necesito que aumentes un poco más el ritmo.