Tras la puerta cerrada de la oficina dos hombres se miran fijamente. Uno esperando que les den las órdenes a seguir, pero sabe que con el que tiene al frente debe ser cuidadoso. Tiene muy mal carácter y le puede costar su trabajo que tanto le gusta.
Mientras que el otro medita si lo despide o no de su casa pues no le gusta que haya ningún hombre cerca de la mujer quiere para él. No hasta tener la seguridad de que ella lo ama.
— ¿Para qué te contrato, Sara? —le preguntó él de manera directa.
Andrew carraspeó su garganta y lo miró fijo a los ojos.
—Sara tiene miedo y está muy preocupada porque llamó al juez Cárdenas para volver a reabrir el caso sobre la muerte de su esposo Sergio y su hijo—empezó el hombre a comentarle.
—Sí eso yo lo sé. Ese maldito va a salir en libertad condicional.
