Capítulo 1

2191 Words
Son más de las seis de la tarde y el estudio la Foto Vieja aún sus empleados siguen trabajando arduamente para terminar con los pendientes que se debieron entregar ese viernes. Muchos de los trabajos no los fueron a buscar. — ¿Ya estás terminando? —preguntó Andrea a su amiga que aún seguía recopilando las fotos — estoy cansada y quiero irme ya. Delia la miró a los ojos y le sonrío. —Ya pronto termino—le dijo con voz pausada—solamente faltan estos paquetes. Andrea camino hacia el gran mural que tenía el fondo de su oficina, un mural que ella misma había hecho para su esposo. Donde se encontraban las fotos de su matrimonio y la de las personas que ellos más amaban. Ella no se cansaba de mirarlo. —La otra semana ya no vienes a trabajar ¿Verdad? —le preguntó Delia desde la sala de recepción. —No. La otra semana ya no vengo, porque ya salgo de cuentas y pronto van a nacer la bebé — dijo ella con una sonrisa en el rostro —adelante todo lo que podía, así que a partir de hoy estás de vacaciones—le dijo a su amiga a su amiga con una sonrisa en el rostro. — ¿Vacaciones? —refunfuñó Delia cuando salía del mostrador dónde estaba guardando las fotos — sabes voy a estudiar un curso de restauración de fotos digitales, además mi padres estarán llamándome todo el tiempo. Andrea la miro y sonrío. —Me encanta esa día, de que te especialices en restauración fotográfica, debemos ampliar nuestros horizontes—le dijo mientras buscaba el bolso para salir. — ¿Sebastián, no viene por ti? —le preguntó preocupada al ver que ella se iba a ir sola. — ¿No ves el auto que está al frente? —le señaló con la mano el auto n***o que estaba parqueado al frente de su estudio—ese de pura cosa me ha dejado venir a trabajar estos días. Está insoportable no me deja hacer nada. —Lo que pasa es que ya estás muy cerca del parto de la niña—dijo ella mientras que agarraba también su bolso y las llaves para cerrar las puertas. —No sabía que Sara iba a venir— dijo Andrea de repente. Delia se tensó al oír ese nombre y en silencio vio como su amiga se abrazaba a la mujer que llegaba en ese momento. Ella solo debía a verla a su mejor amiga. —Cariño, estás enorme— le dijo con una risita malévola — dime qué aun te ves los pies. Andrea simplemente sonrío feliz. —No. La verdad es que no me los veo— dijo en medio de una risa— ¿Qué haces por acá Melbourne? — preguntó Andrea a Sara Sara sonrió y miro a la chica que aún se mantenía de espalda a ella. —Vine a buscar a la prometida de mi hijo—dijo las palabras y miró a Delia fijamente cuando esta se giró al oírla. Andrea elevo una ceja —Yo pensé que ellos habían terminado desde el bautizo del sobrino de Sebastián—dijo Andrea con cierta mordacidad en sus palabras—como él llegó acompañado de una nueva novia. Sara se puso colorada por aquellas palabras. —Él no tiene otra novia, su novia es Delia—miró fijamente a la muchacha que mantenía en silencio mirando las — Hola cariño, ¿Cómo estás? —se le acercó y le dio un beso en la mejilla. Delia aún confundida por la presencia de Sara y aún más por sus palabras y para no darle pie a su amiga de que la interrogara decidió no decir nada y saludar a Sara. al fin y al cabo, ella siempre se ha portado bien y nunca le ha faltado. —Hola Sara, me alegro verte—Sara se puso a hablar con Andrea mientras que Delia cerraban las puertas y colocaba las llaves a las cerraduras. Luego de haber cerrado las llaves se las entregó a su amiga Andrea. Le dio un abrazo y se despidió de su amiga. —Me llamas cuando venga la niña — le dijo Delia al despedirse. Andrea caminaba hacia el auto de su esposo. — ¡Que tengas unas felices vacaciones! —le dijo a su amiga y con la mano se despide Sara—ve que vaya en mi casa antes de irte a París. —Sí mi reina, así lo haré—dijo la mujer mayor. Ambas mujeres miraron partir el auto donde marchaba Andrea con su esposo Sebastián Cárdenas. Delia la dejó escapar un profundo suspiro y comenzó a andar hacia la parada del autobús que debía tomar para llegar al apartamento que era de Andrea y que en el pasado ellas lo compartían, ahora ella vivía sola porque Andrea se lo alquilo. —Necesito hablar contigo urgentemente—le dijo Sara mientras caminaba al lado de ella—Sebastián se portó mal contigo al llevar esa mujer a esa fiesta. Delia se detuvo y la miró a los ojos. —Señora Sara lo que había entre Bastián y yo sólo era una mentira—respiro profundo —él estaba discutiendo con Franchesca y yo sólo le seguía el juegos de que él tenía una prometida. Nosotros nunca hemos sido novios y además él tiene una novia. —Entiendo lo que me estás diciendo—dijo Sara— pero es que Bastián fue herido y ella ahora se ha instalado en la casa diciendo que lo va a cuidar. —Bastián, ¿Está herido? —pregunto Delia preocupada— ¿Está bien? Sara la miró a los ojos y comprendió que Delia realmente estaba enamorada de su hijo y una idea se formó en su cabeza. Bastián al comienzo se ilusionó con Andrea Taylor, pero ella ya tenía su corazón comprometido con el actual esposo. Y no quería por nada en el mundo que Franchesca volviera a entrar a su vida y hacerle más daño del que ya les había hecho en el pasado. Franchesca sólo era una persona interesada que solamente pensaba en sacarle dinero y utilizaba su propio hijo para beneficiarse ella. —Bastián fue herido cuando trató de detener a un delincuente— dijo Sara— ahora mismo está en el hospital, pero lo van a llevar mañana para la casa. Delia siguió caminando no quería caer en la trampa nuevamente. Solo le basto mirarlo a ojos y había quedado prendada a él, había quedado rendida de amor por él. Nunca se había interesado por un muchacho o un hombre y para el mal suyo se fijó en uno que tenía una mujer que lo acechaba diariamente y un hijo al cual él adoraba y por ese hijo él aceptaba lo que esa mujer le hiciera. —Señora Sara, lamento mucho lo que me está diciendo—dijo ella con tristeza —pero pienso que Franchesca lo puede cuidar bien, además, va a estar con su hijo y esa será su mejor medicina —le dijo con una sonrisa triste en el rostro. —Él te está llamando a ti dijo la mujer cuando la detuvo del brazo para evitar que ella subiera al autobús que ya estaba al frente de ella— él sólo te ha estado llamando a ti. Esas palabras llenaron el corazón de Delia de esperanza. — ¿En serio me ha estado llamando? —le preguntó ella con cierta emoción. Sara trago porque realmente estaba mintiendo, pero necesitaba tener a Franchesca fuera de su casa y lejos de Bastián. Además, no podía pensar en una mujer mejor para él que aquella mujer que lo amaba sin egoísmo, como era la que tenía frente a ella. —Sí, bastante. Te ha estado llamando—la jalo para que no subiera al autobús—por favor date vacaciones. Tómate unos días y ven conmigo a París y entre los dos lo cuidamos. Cuando ya esté mejor si la relación de ustedes no funciona entonces regresas. Así sabrás si realmente funciona o no. Date una oportunidad de luchar por él—le dijo a la mujer. Delia se quedó pensando por unos instantes. y su corazón le gritaba que lo dejara seguir para alcanzarlo a él. —La voy a acompañar señora Sara, pero será para acompañarla a usted y no visitarlo a él—dijo ella para disimular la desesperación que tenía por ir a verlo. Sara sonrió y la abrazo. —Está bien te vas unos días para París a visitarme a mi—le gustó la decisión de la joven—será una coincidencia que te encuentres con él enfermo. —Entonces, nos vemos mañana—dijo la joven. —No. Nos vamos hoy mismo—la miró a los ojos— ella tiene la intención de instalarse en la mansión y tu presencia va a evitar que ella lo haga porque ella aún cree tú eres su prometida. Delia la miro a los ojos sin comprender. —Bastián aún dice que tú eres su prometida—le aseguró la mujer mayor. Tal vez ese fue el motivo real que la impulsó a ella de buscarla. Porque si su instinto no le fallaba Bastián estaba interesado en Delia, solo que él aún no lo admitía o tal vez no lo sabía. Delia sintió que su corazón latía apresurado en su pecho. —Mañana nos podemos encontrar en el aeropuerto — le dijo la joven a la mujer. Ella no tenía dinero para ese viaje y tampoco quería hacérselo saber a la mujer—debo hablar con mis padres y asegurarme de que ellos queden bien. La mujer la miró a los ojos y suspiro. vamos a tu apartamento y arreglamos todo para que puedas viajar hoy mismo conmigo—le tomó las manos y la miró a los ojos—Delia de verdad necesito que estemos en la mansión mañana mismo. Esa mujer es de armas tomar, se le ha metido en la cabeza recuperar a Bastián. Él ahora está débil e indefenso y ella puede aprovechar eso. Estas palabras movieron los sentimientos de Delia y aspiró profundo. —Entonces vámonos no le vamos a dar la oportunidad a Franchesca para que vuelva a intervenir en la vida de Bastián y en la suya. Sara sonrío al comprender que la joven no la dejaría sola en esta lucha. Luego ella la recompensaría por esa gran ayuda, pero rogaba más para que ella se quedara como parte de la familia. Sara la acompañó hasta el apartamento y ahí Delia rápidamente hizo una maleta para unos pocos días y luego llamó a sus padres y les comunico qué haría un viaje a París de trabajo. Ya las dos en el aeropuerto esperaban pacientemente a que el avión despegue y las llevara con rumbo a París. El teléfono de Sara timbra y esta mira el tablero y le muestra a Delia. —Es ella— le dice— Voy a decirle que Bastián va a tener una enfermera personal y que esa eres tú. Delia asintió con la cabeza y le sonrió. —Hola— dijo Sara en un tono seco— ¿Qué deseas Franchesca? —Hola Sara— dijo la mujer con una voz dulce y muy modulada— solo quiero avisarte que estoy muy dispuesta para cuidar a Bastián— dijo la mujer. —Lastima, ya Bastián tiene a una persona que lo va a cuidar las veinticuatro horas. Sara escuchó cuando a través de la línea resopla la mujer molesta. —No le irás a colocar a una desconocida para que lo cuide, cuando lo puedo hacer yo —dijo la mujer molesta. —No la mujer que lo va a cuidar lo conoce muy bien— dijo la mujer con cierta maldad— es más él estar va a estar feliz con tenerla a su lado. Se escucho una maldición. —No me dirás que la fuiste buscar— dijo ella molesta— ella se largó para su país, no veo para que la vas a traer. ¡Ellos ni parecen prometidos! —Pero lo son. Y ella es la única enfermera que él necesita y que lo va a cuidar— dijo Sara con voz templada. Evitaba enojarse. — ¡No me parece justo! — dijo la mujer muy molesta— yo soy su mujer y la madre de su hijo. —Lo fuiste, eso está en el pasado. Ahora su mujer es Delia y así va a permanecer y por mucho tiempo. Y su hijo siempre será su hijo— Sara inflo sus pulmones para controlarse— solo espero que Bastián le haga por lo menos una docena de muchachitos. Delia sintió como su estómago se revolvía al oírla hablar. Eso era lo que más deseaba ella, ser la mujer de él y la madre de sus hijos. Ambas subieron al avión y rato después las luces de la ciudad de París iluminaba los ojos de una joven que tenía el corazón lleno de ilusiones, ilusiones que serían destrozadas una a una.        
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