“¿Dónde has estado?” preguntó Charmant a Quarin.
“A llevarle la pomada a Regina.”
“¿Se puede saber por qué ahora la mimas de esa manera? ¿No querías echarla?”
“Confía en mí, todavía quiero hacerlo. ¿De qué te preocupas?”
“No sé, me pareces enternecido hacia ella.”
“¿Qué debía hacer? ¿No debía socorrerla? Nunca podría, ni siquiera con mi peor enemiga.”
Charmant sonrió maliciosamente. “Pero mírate, todo encandilado con esa pequeña bribona… espero que sigas siendo objetivo con ella.”
“No digas tonterías, solo estás celosa. ¡Ven aquí!”
En los días siguientes parecía que las cosas iban mejor para Regina. Estaba aprendiendo a cocinar los primeros platos.
El chef Senshaw propuso: “Vamos, preparen una receta que ya conozcan; si está a la altura la pondremos en el menú. Regina, ¿tienes alg
