Quarin estaba recorriendo el despacho del Sultán de un lado a otro como un león enjaulado, delante de sus padres. Estaba ne-gro de rabia. No solo aquel idiota de su primo había salido con Regina —y a saber cómo estaría intentando engatusarla para llevársela a la cama—, sino que además el Sultán había recibido la llamada del portavoz de Kurpahw, que estaba preocupado. Solo faltaba esto, y justo hoy que ya tenía los nervios de punta. En su perfil de Insta-gram, Charmant había aparecido con el rostro hinchado y lleno de moretones, interpretando una lacrimosa pantomima donde, con voz débil y a menudo rota por el llanto, se quejaba de que él, Quarin, la había golpeado brutalmente, y no era la primera vez. Que cada vez ella se dejaba convencer para volver con él porque lo amaba demasiado, y

