Ella lo pensó un momento. ‘Le gusto, le atraigo, pero nunca se enamorará de mí. Si le digo que ya estoy enamorada, me dejará de inmediato. ¿Me conviene entregarle mi corazón y a mí misma, sabiendo que tarde o temprano me dejará? Ya ahora me duele pensar que no me ama, si me apego aún más a él será cada vez peor… ¿qué hago?’ Él la observó, esperando. La emoción que vio en su rostro de ángel la hizo rendirse. ‘Rayos, ya estoy perdida, si me alejo de él sufriré como un perro, sobre todo ahora que sé que puedo estar con él… cuando más adelante nos separemos no creo que sea mucho peor.’ Lo miró. “¡Sí, Quarin, quiero!” Él alzó la cabeza y suspiró: “¡Dios mío, Regina, por un momento me hiciste sudar!” La abrazó y le echó la cabeza hacia atrás con un beso arrebatador. Ella se abandonó en su h

