—Tío, ¿estás ocupado? —preguntó Devak saliendo a la terraza que se encontraba en la parte trasera de la casa en el segundo piso.
—No, solo descansaba un poco —respondió, bajando los pies de la pequeña mesa de centro antes de observarlo—. ¿Oh? —musitó con una leve sonrisa divertida—. ¿Ya has superado la zona roja de métodos pocos convencionales? —preguntó divertido.
—Solo por hoy —resopló, acercándose lentamente—. Mattias descubrió que la cinta adhesiva me provocó irritación en mi piel y la suspendió por unos días en forma de disculpa —explicó, tomando asiento frente a él en el juego de sofás—. Claro que me advirtió que, si me veía sacándome el cabestrillo, la volvería usar.
—Suena a algo que haría ese chico —rió asintiendo—. Me alegra ver que ya se están llevando mejor —comentó satisfec
