Sentado en el suelo de la sala de estar de la casa de sus padres, con su espalda apoyada contra el sofá, Mattias observaba distraídamente a su papá omega junto a su padre alfa deambular frente a él, caminando de una esquina a otra mientras expresaban sus malvados planes para su estúpido ex que no supo mantener su boca cerrada. Cuando escuchó un suave resoplido en su regazo, el omega bajó la cabeza y se encontró con los azules ojos de su husky, quien tenía sus patas y cabeza descansando sobre sus piernas. —Sí, lo sé —susurró, acariciando el cabello entre n***o y blanco de su mascota—. A mí también me tienen un poco aburrido —murmuró, rascándole detrás de la oreja para ganarse un feliz sonidito. —¿Mattias? ¿Nos estás escuchando? —exigió su papá Renato. —Claro, por supuesto —asintió, obse

