Mientras observaba fijamente el techo de su habitación, Devak solo podía pensar en la noche perros por la cual había pasado. Él simplemente no tenía otra palabra para describir su horriblemente larga noche de no sueño, porque su triste realidad es que había pasado otra noche en vela, solo que esta fue peor, porque comenzó de principio a fin sin siquiera darle la oportunidad. Lo peor de todo, es que no habían sido sus recuerdos y las pesadillas los que no le permitieron dormir en esa ocasión, no. Lo que le mantuvo despierto la mayoría de la noche, no había sido otra cosa más que la culpa y arrepentimiento que lo quemaba vivo de adentro hacia afuera. Cada vez que había intentado cerrar sus ojos, no fueron los gritos de aquellas personas ni sus rostros los que acosaron su mente, no, sino

