Observando su pie vendado recargado sobre un cojín en otra silla frente a él, Mattias frunció sus labios e intentó, con todas sus fuerzas, ignorar las insistentes mariposas revoloteando en su estómago, subiendo por su pecho, haciendo eco de su lobo, el cual se sentía completamente feliz por las constantes atenciones que estaba obteniendo de Devak. Si antes había estado pensando en no decirle nada al alfa sobre las parejas destinadas y de los sentimientos despertados por él que no hacían más que aumentar mientras más tiempo pasaban juntos, con cada palabra, sonrisa, mirada y gesto, en ese momento... En ese instante, Mattias realmente estaba batallando consigo mismo para no soltarle tontamente al hombre sobre sus sentimientos. Lamentablemente, era una batalla que sabía y sentía, que lenta

