—Ten, te he traído un café de la cafetería —anunció Aiden, entregándole un vaso humeante al alfa mayor.
—Gracias, ya lo necesitaba —expresó apresando sus dos manos alrededor del vaso.
—¿Devak aún no vuelve? —preguntó, observando por el pasillo.
—No, la doctora quería realizarle unas pruebas más y tenía que volver a coser la herida de su abdomen —suspiró—. Sus pesadillas hacen que sus heridas se abran, la doctora Gilman está preocupada de que no pueda sanar nunca así o que agarre una infección.
—Pensé que el tema de la infección ya había pasado —indicó.
—Me dijo que hay una probabilidad alta de que ocurra con sus heridas abriéndose constantemente —explicó y bebió un sorbo de su café.
—¿Qué vamos a hacer con Devak? —preguntó bajo—. Él obviamente no puede volver a su casa, ni mucho menos con sus padres —expresó—. Ni siquiera debe de estar solo considerando todo lo que le ha ocurrido.
—Pero eso es lo que quiere —murmuró Alan—. Y considerando la mierda que le dijo Erick ayer, es comprensible que no quiera la compañía de nadie, tiene cosas en las que pensar.
—Precisamente porque tiene cosas en las que pensar es que no debería de estar solo —expresó Aiden—. Estuve en los zapatos de Devak, tal vez no sufrimos las mismas cosas, pero sé perfectamente qué clase de pensamientos deben de estar rondando en su cabeza en este momento.
—Lo sé, chico —asintió y alzó la mirada, contemplando el paisaje de la ciudad a través de la ventana frente a él—. Dejarlo solo es lo último que haremos, y estoy seguro de que nos dará un infierno por ello —comentó—. Tan enojado y dolido como se encuentra, no me sorprendería si termina cometiendo otra tontería.
—Lo sé —pronunció Aiden, torciendo sus labios—. Devak está... Demasiado inestable en este momento. No soporta el toque de los demás, le desagrada el aroma de los omegas, estalla al verse rodeado de personas y no puede controlarse a sí mismo —negó—. El personal de turno tiembla cada vez que tiene entrar en su habitación, en especial los que son omegas.
—Su aroma y feromonas amenazantes están sin control —suspiró Alan—. Los alfas pueden soportarlo a pesar de sentirse inferiores, los que son omegas temen, y a pesar de que los betas no pueden percibir nada, sienten la presión de las feromonas de Devak, es normal que ninguno quiera entrar, en especial con el humor que se ha estado cargando.
—Él... Mejorará, ¿cierto? —preguntó Aiden, observándole preocupado.
—Tomará su tiempo para que su corazón y cuerpo lo hagan, pero no hay nada imposible en esta vida —aseguró levantándose de su asiento para tirar el vaso vacío a la basura—. Vamos, la doctora ya volvió con él —indicó señalando el pasillo.
Imitando al alfa mayor, Aiden lanzó el vaso a la basura antes de seguirle. Deteniéndose junto a Alan fuera de la puerta, ambos esperaron que la doctora Gilman saliera con los demás tras instalar a su amigo.
—¿Fue sedado otra vez? —preguntó con preocupación Alan, observando el interior de la habitación como su sobrino descansaba en la cama.
—Fue necesario —respondió la alfa—. Pero esta vez fue algo débil, más que dormirlo deseábamos que estuviera tranquilo durante todo el proceso del examen y mientras le revisamos sus heridas.
—¿Entonces por qué duerme? —cuestionó Aiden.
—Está cansado, no está durmiendo bien por las noches ni durante el día, sus pesadillas han empeorado —explicó y suspiró metiendo sus manos en los bolsillos de su bata—. Según lo que me han contado y lo que he visto, el señor Haskell está padeciendo de terrores nocturnos —anunció.
—¿Qué? —pronunció Aiden, confundido—. ¿Qué no son simplemente pesadillas horribles las que tiene? Es lo normal luego de lo que le ha pasado, ¿no?
—Pensaba lo mismo, pero hubo un momento que presencie en el que el señor Heskall despertaba luchando y luego no parecía tener recuerdo de esto, por eso lo tuvimos bajo observación anoche y confirmamos su terror nocturno —explicó.
—Está bien... —pronunció Alan, con sus cejas levemente fruncidas—. ¿Qué significa esto exactamente? ¿Hay algún tratamiento?
—Ahí está la cosa —pronunció la doctora—. Me temo que el señor Haskell está padeciendo de estrés post traumático, lo cual es normal considerando por las cosas que ha pasado, y siento que son los mismos recuerdos de estos que lo atacan cada vez que duerme. Aunque tratemos su terror nocturno, no avanzaremos si él no lo hace con su otra condición —informó—. Lo mejor para él, sería comenzar a ir inmediatamente con un psicólogo.
—No iré con ningún loquero, no estoy loco —espetó Devak desde el interior de la habitación.
—Nadie ha dicho que estás loco —expresó tranquilamente la doctora, enfrentando aquellos fríos ojos azules—. Pero no puedes negar que necesitas la ayuda de uno.
—No. Lo. Hago —declaró y movió la camilla para quedar en una posición semi sentada—. No tengo la necesidad de ir con ningún psicólogo ni lo haré, ustedes tampoco pueden obligarme a ni una mierda —espetó con mal humor.
—Nadie te está obligando a hacer nada, muchacho —indicó Alan, acercándose a su sobrino, pero sin tocarlo—. La doctora Gilman solo estaba dando su opinión.
—No me obligaste a ir con uno cuando los demás decían lo contrario, yo tampoco lo haré —aseguró Aiden cuando la mirada de su amigo se posó sobre él.
—Mientras más tiempo lo dejen pasar, peor será para el señor Haskell después —advirtió la alfa.
—Eso no es de tu incumbencia —gruñó Devak—. ¿Cuándo me puedo largar de aquí? Ya no soporto este lugar —expresó.
—Todavía le queda un camino largo para recuperarse, señor Haskell, y usted abriendo sus heridas a cada momento no le ayuda —reprochó la doctora—. Sus costillas aún deben de sanar bien, el hueso en su rodilla fue reubicado luego de que sanara mal y no debe de ejercer presión en su pierna. Las laceraciones en su espalda y abdomen se encuentran muy tiernas y seguimos combatiendo la infección de las quemaduras en sus antebrazos —informó—. Que sean de segundo grado no significa que debemos de tener menos cuidado, fuero quemaduras profundas y el resto de su cuerpo está igual de lastimado que las demás. ¿O debo de recordarle que su hombro tuvo que ser operado tan pronto como fue rescatado?
—¿Cuándo me iré? —espetó Devak, como si no hubiera escuchado absolutamente nada.
—No puede irse —declaró la doctora—. Sus heridas requieren de cuidado intenso y constante, usted debe de estar en absoluto reposo, si sigue moviéndose y haciendo lo que se le antoja, nunca se recuperara —expresó.
Observando a su sobrino, Alan suspiró al observar en sus ojos una bestia atrapada que podría saltar en cualquier momento.
—Pero, podría irse si tiene a alguien que vea de sus heridas y procure que descanse, ¿no? —preguntó Alan.
—En teoría, sí —asintió la alfa—. Pero tendría que contratar a una persona que tenga conocimientos en medicina, cualquiera no servirá o no podrá detectar si alguna herida empeora —explicó.
—Está solucionado entonces, Devak se irá a mi casa —declaró Alan, aplaudiendo como si ya hubiera tomado la decisión.
—¿Acaba de escuchar lo que dije? —parpadeó la doctora Gilman, viéndose solo un poco irritada.
—Lo hice, sí —asintió—. En mi casa tengo a alguien calificado para cuidar de mi sobrino, es un chico que se graduó como enfermero —anunció—. Eso debe de servir, ¿no?
—Lo hace —aceptó no muy feliz.
—Solo piénselo doctora —pronunció Aiden—. Devak no quiere estar aquí, responde mal ante su equipo de médicos y el idiota ya nos demostró que puede olvidar el dolor con tal de salir de aquí si eso es lo que quiere —le recordó—. ¿Acaso desea que este tonto intente escapar por su cuenta otra vez?
—Lo haría —aceptó Devak cuando la mirada de la mujer reparó en él.
—Son un caso perdido —anunció la doctora Gilman, negando con su cabeza—. Preparé todo para el alta —informó antes de salir de la habitación.
—No me iré a quedar a tu casa, tío —anunció Devak tan pronto estuvieron los tres solos.
—Tonterías, por supuesto que lo harás —aseguró Alan—. Necesitas un descanso lejos de la ciudad, de tus padres, tu hermano y Denise —indicó—. El rancho está a tres horas de distancia, no existen los vecinos curiosos y la gente ahí estará más interesada en trabajar que en ti, es la clase de espacio que necesitas y lo sabes.
—Además, si sales de aquí, ¿a dónde iras exactamente si no es con tu tío? —cuestionó Aiden—. No creo que quieras volver a tu casa donde está esa perra con su amante, tampoco a la casa de tus padres que solo te exigen comprender a tu hermano, y aunque con gusto te aceptaría en mi departamento, sabes que con mi trabajo no podría atenderte correctamente como la doctora nos ha advertido —expresó.
—Mi tío tampoco podrá —argumentó—. Tú también trabajas —anunció observándolo.
—Sí, pero a diferencia de Aiden, puedo darme unas vueltas en mi casa para comprobar cómo estás a cada hora y tengo a alguien calificado para que trate tus lesiones hasta que estés mejor —le recordó.
—No necesito a nadie —declaró.
—Sí, lo haces —anunció Alan—. Entiendo que todo esto te esté golpeando duro, pero nosotros no somos tus padres, ni Denise, no te dejaremos solo sin importar cuánto grites y luches al respecto, por lo que será mejor que te vayas haciendo la idea de que vivirás en mi rancho por los próximos meses y mucho más según lo que diga la doctora —indicó.
—Un mes —anunció Devak—. Es todo lo que necesito para sanar mi cuerpo y luego me pondré en marcha otra vez —declaró.
—¿Y en marcha en qué exactamente? —cuestionó Aiden—. Recuerda que yo pasé por lo mismo que tú, sé mejor que nadie como te estás sintiendo y ambos sabemos que no podrás volver a tu antiguo trabajo tan fácilmente —le recordó—. Y al igual que tú, no te dejaré solo sin importar cuánto lo intentes.
Observando el ceño fruncido de su sobrino, Alan negó suavemente y colocó su mano en el hombro del otro joven alfa.
—Solo intenta convencerlo de permanecer más de un mes en mi casa, ya nos encargaremos del resto cuando esté ahí —expresó en voz baja.
—Estoy herido, no sordo —espetó Devak con mal humor.
—Y con un humor de mierda también —indicó su tío—. Iré con la doctora, estoy seguro de que me dará una larga lista de todos los cuidados que debemos de tener contigo y necesito grabarlo para mostrárselo después a Mattias, no creo que logre retener toda la información y no quiero olvidar nada.
—¿Quién es Mattias? —cuestionó Devak, con su ceño profundizándose aún más.
—Lo conocerás una vez que lleguemos al rancho, no te preocupes —aseguró antes de salir de la habitación.
Caminando por el pasillo, Alan se acercó al mesón para preguntar por la doctora Gilman cuando se encontró con unos rostros conocidos casi discutiendo con uno de los trabajadores.
—¿Qué es lo que hacen aquí? —espetó, observando con frialdad a Denise y Brandon.
—Tío —pronunció el joven alfa, dejando de discutir con la enfermera para prestarle atención—. Estás personas aquí dicen que no tenemos permitido entrar a visitar a Devak —explicó.
—Lo cual es ridículo porque es horario de visitas —expresó la omega, aferrándose con sus brazos al arreglo de flores entre sus manos.
—No es ridículo, ellos solo están haciendo su trabajo —expresó.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Brandon, frunciendo el ceño.
—Creo que ustedes deberían de saberlo mejor que nadie, en especial tú —indicó, observando directamente a la causante principal de tanto problema.
—¿Por qué Denise debería de saberlo? —cuestionó el alfa, observando a su ahora pareja.
—Porque a esta chica se le ocurrió la brillante idea de aparecer ayer con tu padre y Devak le dejó muy en claro sus sentimientos respecto a no querer verla ni en pintura de ser posible —respondió—. De hecho, tu hermano dijo muy claramente que no deseaba ver a ninguno de ustedes nunca más —aclaró.
—Pensé que solo era el calor del momento hablando... —murmuró Denise, bajando su mirada al suelo.
—Niña, abre los ojos —resopló Alan—. Mientras tu esposo trabajaba salvando a personas, no encontraste nada mejor que acostaste con el hermano menor y te quedaste embarazada de este —indicó, sin siquiera preocuparse en bajar la voz—. Obviamente Devak no querrá verlos a ninguno de los dos.
—No era necesario que lo dijeras en voz alta, tío —reprochó Brandon cuando sintió las miradas de las demás personas sobre ellos mientras susurraban.
—¿Cómo quieres que te lo diga para que entiendan entonces? —suspiró—. Devak ya no quiere saber nada más de ninguno de ustedes, por lo que felizmente pueden seguir con su vida, pero todavía así insisten en venir a atormentarlo aun sabiendo como se encuentra de salud. ¿O qué? ¿Realmente esperan que Devak los reciba con los brazos abiertos y dé su bendición a esa criatura nacida de la lujuria y engaño? —alzó una ceja.
—Yo... Solo quería disculparme, explicarle... —balbuceó Denise, acurrucándose en los brazos de Brandon.
—No seas ilusa y usa tu mente, acepta lo que hiciste y aléjate de Devak —ordenó Alan—. Entiende, no te quiere, te odia.
—Estás siendo duro con ella, tío —gruñó Brandon—. Nosotros solo queremos ver que Devak esté bien.
—Si te preocupas realmente por tu hermano, entonces lo dejarás en paz —indicó el alfa mayor—. Y no intenten volver a verlo cualquier otro día, Devak ya dejó en claro que ninguno de ustedes tiene permitido verlo —aclaró antes de darse vuelta para seguir con su búsqueda.
—¡Espera! —pidió Denise, y corrió detrás de él—. Por favor, entrégale esto a Devak —le mostró el arreglo de rosas rojas—. Es solo un regalo deseándole su pronta recuperación —explicó.
—Lo siento, no puedo —rechazó.
—Solo son unas flores, tío —pronunció Brandon.
—Flores que provienen de su pronto ex esposa —les observó—. Cuando Devak dijo que ya no quería nada que ver con ustedes, lo decía en serio —expresó—. Sería mejor que pensaras ahora en él cómo un extraño, así tal vez comprendan el verdadero daño que le han hecho a ese chico.
Observando nuevamente las flores, Alan negó con su cabeza y se dio media vuelta para seguir con su camino.
—Doctora Gilman —llamó cuando observó a la alfa salir de una habitación.
—El alta será dada para la tarde, si no lo tendré más aquí, al menos quiero asegurarme de revisar bien sus heridas antes de que se larguen —anunció mientras firmaba unos papeles y se lo entregaba a un interno, quien inmediatamente se retiró.
—No tengo problema con ello, solo quería que me hablara de los cuidados que debo de tener con mi sobrino en la casa y en un viaje de tres horas —explicó sacando su celular.
—El viaje es largo —murmuró con una mueca en sus labios—. ¿Auto o camioneta?
—Camioneta de doble cabina —respondió—. Nueva, por lo que los asientos serán cómodos —prometió.
—Existe una clase de colchones que se pueden colocar en el espacio de los asientos traseros para transformarlos como en una cama, sería lo mejor considerando el estado del señor Haskell —comentó.
—Iré a comprarlos tan pronto como terminemos aquí —prometió y dudó un poco—. Sé que Devak está teniendo problemas para dormir debido a sus pesadillas, pero tal vez algo que lo lleve durmiendo durante todo el trayecto no estaría mal.
—A menos que despertara de su pesadilla, ya sabe cómo reacciona —indicó cruzando sus brazos.
—Cierto —suspiró—. ¿Las instrucciones puede grabarlas para el chico que lo cuidará? —pidió, mostrándole su celular.
—Bueno, esto me dejará un poco tranquila —suspiró tomando el celular para comenzar a hablar.