Devak bufó obviamente sin creer en el chico cuando este anunció que lo estaría dejando solo.
¿Qué creía que era? ¿Un estúpido que caería ante su tonto engaño?
Era obvio que todo solo era una trampa para hacerle sentir seguro, sacarlo del baño y luego atraparlo con la guardia baja, pero él no caería en ese tonto juego y no saldría del baño tan fácilmente, sin importar que su cuerpo se estuviera quejando por estar sentado en las frías baldosas del suelo.
Su pierna en proceso de recuperación se encontraba estirada mientras que la otra estaba flexionada, su espalda recta se apoyaba contra su tina, provocando una punzada de dolor en sus puntos y también una ligera incomodes en sus costillas, una que era más molesta que dolorosa.
Pero no importaba el dolor, Devak estaba tristemente un poco más que acostumbrado a ello luego de vivir tres meses de eso, por lo que fácilmente podía ignorarlo, incluso si se estuviera desangrando.
Si antes con su entrenamiento tenía la facilidad de alejar el dolor de su mente, ahora simplemente le dejaba consumirlo, sin sentir la misma desesperación que cualquier otro ser humano podría tener con ello.
Porque él ya no era el mismo hombre que había salido de su casa cargando una mochila sobre su hombro mientras le sonreía a su esposa, despidiéndose de ella con una promesa de volver a salvo.
Observando fijamente las baldosas que formaban un patrón parecido a la madera gracias a su diseño, el alfa arrugó su nariz y sus labios se torcieron con disgusto cuando su aroma se comenzó a encerrar en el pequeño espacio, provocando inevitablemente que pensara en la razón por la cual la acidez y ese toque agrío invadieron toda su esencia, quitándole el protagonismo a la menta y eucalipto.
Él no necesitaba que nadie le dijera que se encontraba jodido de la cabeza, fácilmente podía decirlo por sí mismo considerando los pensamientos que llenaban su cabeza en el día, empeorado siempre por la noche.
Había esperado que, con el nuevo medicamento que le dieron para dormir, tal vez podría tener un poco de descanso, aunque fuera por una sola noche, pero obviamente, se equivocó otra vez.
Y esta vez, no solo tuvo pesadillas de lo que le había pasado, lo que observó y presenció en aquel abandonado agujero de mierda, no.
Como su mente se encontraba tan jodida y solo había empeorado con la traición de aquellas personas, su cerebro no había encontrado nada mejor que atormentarlo a través de sus sueños con los gritos desesperados de aquellas personas, de esas jóvenes y esos niños que le suplicaban a gritos por ayuda, pero en vez de aparecer la imagen de ellos, estos habían sido reemplazados por sus padres, su hermano y su esposa.
Eran ellos los que se encontraban atrapados por aquellas malvadas personas, quienes le rogaban y lloraban desesperadamente por ayuda.
Y él, en vez de estar atrapado con cadenas en sus manos y piernas, con su cuerpo tan lastimado que apenas podía mantener los ojos abiertos, se encontraba en perfectas condiciones, parado frente a ellos, observando silenciosamente como le rogaban por ayuda.
Aquellos gritos desesperados, las lágrimas, el hedor al miedo, la sangre y las asquerosas risas divertidas.
Todo estaba ahí, y Devak se encontraba ahí parado, simplemente... Mirando como los torturaban, golpeaban, cortaban y lastimaban exactamente de la misma forma que hicieron con él, como también sucedió con aquellas inocentes personas que fueron lastimadas solamente para la perversa entretención de esas horribles personas para llegar a él.
Y no, el alfa no sintió ni siquiera una misera parte de culpa, por solo quedarse observando cómo eran lastimados. En realidad, fue todo lo contrario, se sintió... Bien.
Saber que esos desgraciados estaban llorando, suplicando por su vida y luchando tanto como él lo hizo mientras le llamaban, le dejó una sensación de alivio, de pura satisfacción malvada.
"Sufran como yo sufrí" murmuró justo antes de despertar de golpe.
—Aha... Estoy jodido —murmuró arqueando su cuerpo para recargar su frente en su rodilla, ignorando el rayo de dolor que le envió eso a su cuerpo ante la mala posición.
Pero estaba bien, ese era un dolor que se merecía considerando el sueño que había tenido, ya que, en ese momento, sabía perfectamente que, si hubiera ocurrido en la vida real, él... Habría hecho exactamente lo mismo.
Sabía que su mente estaba jugando con él y sus oscuros pensamientos, mostrándole lo que deseaba que sucediera en la realidad.
Porque sí, tenía el jodido deseo de presenciar como quienes creía eran su familia, personas en las que podía confiar, eran lastimados aun cuando tenía la oportunidad de salvarlos.
Eso... Se sentía tan bien y satisfactorio que le asustaba, le preocupaba.
Nunca había tenido tales sentimientos de odio dentro de él, jamás se imaginó que tendría esos pensamientos oscuros tampoco, ni que no sentiría nada más que satisfacción a pesar de que sabía, que estaba mal lo que había pensado.
Ese agujero oscuro en el que estaba cayendo, que cada vez lo arrastraba más profundo, y eso le estaba perturbando un poco.
¿Qué sucedía si no podía volver a ser él? ¿Y si se transformaba en alguien tan malo como las personas que lo habían secuestrado y retenido? ¿Qué es lo que haría?
—Por favor, no... —susurró a nadie en específico—. No quiero hundirme solo en esta oscuridad... —pronunció con dolor angustioso enterrado en su garganta.
Se suponía que él había sido entrenado para rescatar y salvar personas, no para... Lastimarlas y abandonarlas a su suerte.
Estremeciéndose de solo pensarlo, Devak sabía que, para no caer en tal oscuridad sin retorno, necesitaba superar, olvidar y seguir adelante, pero era muy fácil tener el pensamiento y deseo de ello, a que realmente hacerlo y volverlo realidad.
Todo estaba demasiado fresco en su cabeza como para siquiera intentar dar el primer paso, el solo pensar en ello... Si se encontraba con cualquiera de ellos...
Arrojando un suspiro frustrado, el alfa alzó su cabeza y frunció ligeramente el ceño cuando se percató de que realmente, no había sonido alguno proveniente de su habitación.
Confundido, esperó unos minutos más solo para asegurarse de ello y luego se levantó del suelo torpemente.
Su pierna fue la primera en quejarse al poner peso en ella nuevamente, luego lo hizo el resto de su cuerpo e intentaron tirar de él al suelo como si estuviera bajo una gran cascada.
Jadeando, se afirmó de un mueble cercano para no perder el equilibrio ante un repentino mareo y tomó profundas respiraciones cortas hasta que pudo calmar la sensación de malestar, entonces, retomó la muleta que le habían entregado en el hospital tras negarse a usar la silla de ruedas, y avanzó lentamente, atravesando el baño.
Deteniéndose frente a la puerta, se aseguró realmente de que no estaba ese molesto chico hablador en su habitación y la abrió completamente.
Parpadeando, Devak no pudo evitar contemplar con cierta sorpresa su habitación, luciendo completamente diferente al estar... Limpia.
Las cosas que había dejado caer sin intención durante la noche al levantarse para ir al baño, habían sido levantadas y ordenadas. Su ventana se encontraba abierta, permitiendo que una fresca brisa de aire limpio entrara y se llevara su fuerte aroma que solo le deprimía y molestaba más.
Fue solo un cambio ligero, pero de alguna forma, se sintió como si le quitaran un peso de los hombros.
Cojeando con algo de esfuerzo hasta su cama, Devak dejó la muleta en la pared de al frente y luego tomó asiento acomodándose en la suave superficie acolchada, que instantáneamente le produjo un alivio a su cuerpo cansado y lastimado.
Observando la comida a su lado sobre la bandeja, el alfa torció sus labios en disgusto, y a pesar de que su primer instinto fue apartarla, se abstuvo mirando con curiosidad la pequeña nota escrita a mano que le llamaba para que la cogiera.
Chasqueando su lengua, Devak observó hacia la derecha, casi como si esperara que ese chico volviera en cualquier momento y luego finalmente se estiró y la tomó.
"Para el alfa escondido
Una vez decidas creerme y finalmente salgas del baño, te digo que tal vez has tenido la primera victoria, pero no desesperes, que pronto apareceré por la revancha.
Recuerda, comete todo si quieres seguir teniendo la fuerza necesaria para escapar de mí, escondiéndote en el baño, jaja"
Bufando al escuchar perfectamente aquel tono alegre, agradable y descaradamente travieso en su mente, Devak arrugó el papel y lo arrojó hacia alguna parte de su habitación.
Estuvo bastante tentado a simplemente ignorar el pedido, pero mientras observaba la comida, el rostro del chico aparecía en su mente, con aquellos increíbles ojos singulares y brillantes, como unos...
"Ojos de lucero" pensó.
Gruñendo bajo al sentir que su estómago se quejaba por estar vacío y haberse tomado sus medicamentos, Devak acercó la bandeja y comenzó a comer lentamente, no porque el enfermero ese se lo hubiera dicho, sino que para tener la fuerza necesaria como para enfrentar el dolor que sentía su cuerpo.
Observando su nuevo teléfono en la pequeña mesita de noche a su costado, Devak miró hacia la ventana y el hermoso sol frente a él antes de volver su vista al aparato.
Solo se necesitaba un paso para no ser esa clase de persona malvada con la que soñó.
Tomando una decisión, el alfa cogió su nuevo celular que le había regalado su tío y marcó el número de Aiden.
Colocando el altavoz, lo apoyó en la cama para sí tener sus dos manos libres y comer con más tranquilidad.
—¿Devak? ¿Realmente eres tú? —exclamó el otro alfa con sorpresa.
—¿Qué? ¿No guardaste mi número cuando mi tío me compró el teléfono? —cuestionó con su tono sonando demasiado hosco, incluso para sí mismo.
—Sí, lo hice, solo me sorprendió un poco que lo utilizarás tan pronto —se explicó sin parecer nada ofendido o enojado.
—Lo siento —pronunció en un suspiro molesto.
—Está bien, tus estados de ánimo estarán subiendo y bajando —le recordó y Devak prácticamente pudo ver a su amigo encogiéndose de hombros y quitándole la importancia—. ¿Por qué has llamado?
—Denise. —escupió con desagrado y se obligó a comer algo de fruta.
—Ah, esa omega —respondió en el mismo tono—. Por favor, no me digas que quieres volver a la ciudad solo para enfrentarlos otra vez —pidió—. Sé que te dije que te iba a ayudar en todo lo que quisieras antes de que te fueras con tu tío, pero esto... —chasqueó su lengua.
—Ya dije que no quiero volver a verlo a ninguno de ellos, tampoco estoy interesado en saber algo —gruñó.
—Bien entonces —anunció—. Dispara, ¿en qué te ayudo? ¿Quieres que le demos un susto? Sabes que Jagger y los del club no les importará si es por ti.
—No, no involucres a esos chicos en mi mierda —suspiró—. Y por favor, no me des ideas que se me ocurren unas peores —reveló.
—Suena a que tienes algo que contar —comentó.
—No lo hago —respondió cortante.
—Solo te recuerdo que puedes hablarme de cualquier cosa, no te juzgaré ni burlaré, solo te prestaré mi oído para que te desahogues tal y como yo hice contigo en su momento —explicó.
—No quiero hablar de ello ahora —pronunció, observando la ventana—. Necesito que vayas a esa casa y traigas todas mis pertenencias —pidió.
—Pan comido —aceptó sin dudar—. Y por si te lo preguntas, no le soltaré ninguna palabra a esa bola de imbéciles si es que tienen la estupidez de preguntar por ti —prometió.
—También necesito que me busques un buen abogado para mi divorcio, quiero al mejor —explico.
—Lo tendrás, hay suficientes pruebas como para que ganes fácilmente —aseguró—. ¿Para cuándo los necesitas?
—¿Para cuándo puedes conseguir todo?
—Tu ropa te la puedo ir a dejar mañana mismo y comenzaré desde ahora a buscar al mejor abogado —respondió.
—Perfecto, te estaré viendo entonces —expresó—. Ah, y antes de que lo olvide, no traigas nada que ella me haya dado, ni siquiera de mis padres —recordó.
—Por supuesto, a la basura todo —prometió.
Despidiéndose, Devak cortó la llamada y observó la bandeja ya casi sin comida en ella.
Levantándose de la cama, tomó la muleta y luego cogió la bandeja con la otra mano. Lentamente, salió de la habitación algo tambaleante.
—¡Mierda! —maldijo y observó frustrado como la bandeja se le caía con todas las cosas.
—Devak —llamó su tío e inmediatamente subió las escaleras—. Quédate quieto —ordenó al observar el desastre a sus pies.
—Es increíble que ni siquiera pueda hacer una estupidez como esa —gruñó enojado, observando a su tío agacharse y colocar todo sobre la bandeja.
—Estás lastimado, ni siquiera deberías de estar fuera de la cama —reprochó levantándose—. La condición con la cual la doctora te dio el alta, fue porque ibas a respetar el reposo —indicó dejando la bandeja en un mueble cercano.
—Ambos sabíamos que eso no iba a suceder —espetó, observando con odio la estúpida bandeja.
—Bueno, algo tendrás que descansar si no quieres que yo mismo te devuelva al hospital o le diga a Mattias que utilice unas malditas cuerdas para amarrarte a la cama —expresó y señaló la habitación—. Vuelve ahí.
—Te dije que no era necesario que contrataras a nadie —refunfuñó volviendo a su habitación—. Menos a un tipo tan raro.
—Bueno, pues te aguantas porque ese chico estaba aquí antes de que tú llegaras y a pesar de que no es un enfermero como los otros, trabaja bien y efectivamente —expresó quitándole la muleta una vez se subió a la cama.
—¿Por qué estaba aquí de todas formas?
—Me lastimé y cuidó de mí —contó—. Y sí, al igual que tú no quería a nadie aquí, pero unos amigos me lo enviaron y el chico simplemente no se fue —se encogió de hombros—. Y por si te lo preguntas, sí, tiene cuerdas en ese bolso que se carga y sabe cómo utilizarlas.
Devak alzó una ceja, pero su tío no dijo nada más al respeto.
—Así que, si a ese chico se le ocurre amarrarme, ¿tú simplemente lo dejarás? —cuestionó.
—No es como si lo fuera a hacer sin ninguna razón —respondió—. Sé que es un... Chico diferente a los demás en su tipo, pero créeme cuando te digo que tiene buenos resultados —dijo y señaló el vaso vacío en la pequeña mesita de noche a su costado—. Logró que te tomaras tus medicamentos sin mucho escándalo y comiste.
—Ese chico simplemente empujó el medicamento en mi boca —gruñó.
—Lo sé —asintió con una ligera sonrisa—. Y deberías de estar agradecido de que no utilizó sus juguetes para obligarte a tomártelos, a veces simplemente no sé cómo trabaja la mente de ese chico —negó divertido.
—Nada de esto me suena bien —murmuró, sintiendo solo una pizca de curiosidad.
—Solo dale la oportunidad —pidió colocando su mano en su pie—. Y trata de no luchar, es algo competitivo y terco. Tal vez no vio tus heridas esta mañana, pero pronto las estará revisando, encontrará la forma —indicó.
—Soy un alfa, aun lastimado, le doblo en fuerza y tamaño —argumentó.
—Ese chico sabe utilizar su cabeza, encontrará la forma —sonrió divertido—. Solo quédate en la cama o le comentaré que sería buena idea que utilice las cuerdas —rió antes de salir de la habitación.
Observando a través de la ventana, Devak bufó y encendió su televisión.