Melissa no había podido dormir después de que sus invitados se habían marchado esa noche tras su pequeña reunión. La visita de Brooke la había desarmado por completo, sobre todo su confesión. No había sido capaz de contarle a Sam sabiendo que su hermano y varias de sus amigas estaban rondando, no quería arriesgarse a que más personas conozcan su sucio secreto. Cuando llegó Lyanna muy tarde por la madrugada, con una enorme sonrisa en su rostro, supo que no podía hacerle daño. Brooke era la mejor amiga de su hija, y se quedaría de esa manera, sin importar lo que su cuerpo deseara ni los sentimientos inexplicables que provocaba en ella. Ese sábado, como todas las mañanas, y sin importar el día que fuera, Lyanna se levantó enérgica y más que feliz. Pasarían la tarde en casa de los Davis para

