—¡Despierta Brooke! —la chica de ojos verdes sintió un cuerpo aplastándola. Cuando abrió los ojos se encontró con una sonriente castaña.
—¿Qué tipo de baterías usas, niña? —gruñó, moviéndose para quedar boca arriba sobre la cama.
—Lo mismo me dice mi papá… caaada vez que voy a visitarlo a Londres —rió. —Son las once de la mañana, gruñona, te he dado dos horas más para dormir.
—No sé de dónde sacas tanta energía —suspiró. —Yo caí rendida a mitad de la película, y tú con Patrick se vieron también la segunda.
—Si… amo esa película —respondió.
—¿A qué hora te dormiste?
—Casi a las cuatro de la mañana.
—¿Y te levantaste a las nueve? —preguntó sorprendida. Ella llevaba durmiendo casi diez horas, y sigue muriéndose de sueño.
—Sí, la cama ya me estaba botando… al igual que tus patadas —res
