CAPÍTULO 5

1149 Words
—Sabía que tenías muchos admiradores, y que tus fans esperaban ansiosos este libro. Pero nunca me imaginé que llegaría esta cantidad de personas. Y eso que la noticia se posteó hace solo dos horas —la voz de su mejor amiga la sacó de sus pensamientos. —¿Sigues pensando en la joven del aeropuerto? —No sé por qué te conté eso. —Porque soy tu mejor amiga, duh. —Ya, pero no deberías actuar de esa manera. —Entonces, ¿cómo? —No sé… —Melissa suspiró. —Regañarme por pensar en una adolescente de esa manera —susurró. —Es una locura, Sam. Ni siquiera sé quién es. —Y aun así has soñado en más de una ocasión con ella. —¿Sabes qué? Olvida que te conté esto. —Eres consciente de que no podré olvidarlo —respondió la rubia. —Pero bueno, trataré. —¿Gracias? —preguntó de manera sarcástica. —Y la pequeña revoltosa ¿Cómo llegó a Miami? ¿Está bien? ¿No se ha topado con ningún indeseable? Aun no entiendo como la dejaste ir, pero no cuestionaré tu posición de madre. —Sam, ella está bien —respondió la castaña. —Dom llegó mucho antes de que el vuelo de Lyanna aterrizará, y fueron directamente a casa de mis padres —asomó su cabeza para ver a través del vidrio a sus fans, y los escuchó gritar. —Noah la recogería hoy junto al pequeño Jake. —¿Anna no vino con ellos? —Tenía mucho trabajo —respondió. —Además, solo pasaran el fin de semana. Mañana por la noche tomarán el jet de regreso a Londres. —¿Y Lyanna? —Noah hará una parada en Nueva York para traerla. —El padre del año. —No te burles —dijo con una sonrisa. —Sabes muy bien que él ama a Lyanna. —Lo sé —dijo la rubia. —Pero quizás si hubiese estado cerca, habrían evitado… —Sam, yo estuve cada día, desde que nació, con ella —suspiró frustrada. —Que no me haya dado cuenta que mi hija sufría en mis propias narices, es solo culpa mía. —No lo es. —Ambas sabemos que sí. —No podrías saberlo. —Noah tampoco. —De acuerdo, tienes razón —cedió. —Noah es, en realidad, un padre asombroso. Para el pequeño Jake y para Lyanna. Siento que debo culpar su ausencia, porque yo también te acompañé durante su crecimiento. La conocía perfectamente, y, el no haber sabido lo que le sucedía, aun cuando me contaba todo por ser su tía favorita… me devastó. Melissa entendía perfectamente lo que su amiga decía. Ella se sentía de igual manera, o quizás peor. Se trataba de su hija, la pequeña que juró proteger. Y le había fallado. —Melissa, tienes que estar lista. En poco abrirán las puertas —dijo su asistente. Él era el encargado de siempre mantener sus horarios en orden y recordarle todo lo que tenía que hacer, porque ella sola era capaz de perder la cabeza. Observó nuevamente a la aglomeración de personas y escuchó sus gritos. En cualquier momento, aquella conocida librería de la quinta avenida, abriría sus puertas a la alocada multitud que esperaba ansiosa conocer a la autora y adquirir el nuevo ejemplar de su novela. Ella también estaba ansiosa, llevaba esperando ese momento durante varios meses. Aquel último libro era muy importante para ella. —Mi chica está aquí —escuchó la voz de su vieja compañera de Universidad. —Darla, estoy feliz de verte —saludó, dándole un abrazo. No se habían visto por varios meses debido al trabajo. Darla había sido quien logró publicar su primer libro, y fue la encargada de llevarla a lo más alto. —Lo sé cariño, también me alegra verte… ¿Y la pequeña Ly? —preguntó, tras separarse del abrazo. —Está en Miami, quiso pasar el fin de semana con sus abuelos —Darla la miró pensativa. —Fue su decisión. Además, Noah llegó ayer por la noche y ahora está pasando la tarde con su padre y su hermano. —Lo importante es que no esté sola. —No lo está, Noah decidió contratar seguridad para Ly cada vez que esté en Miami —respondió Melissa. —Lo que no será muy seguido, la dejé ir solo porque estaría su padre. Pero viajaré con ella en las próximas visitas a la familia. —Pensé que estaría aquí, deseaba ver a la pequeña Brown. —Tampoco sabíamos que vendrías. —Fue una decisión de última hora. Mi padre quería que todo estuviera bien para esta firma, sabes que te adora. —Lo sé —sonrió Melissa. —Bueno… prepárate, en poco abrirán esas puertas y hay muchas personas afuera —sonrió. —Creí que habría menos al ser una firma sorpresa. —Esperaba lo mismo. Pero, aun así, mi mano está preparada —bromeó. —Es bueno saberlo. Sam apareció a su lado, Melissa incluso había olvidado por completo que ella estaba ahí. Apenas vio a Darla, la rubia la envolvió entre sus grandes brazos, pegando a la pelirroja a sus pechos sin darle la oportunidad de saludar. —¡Oh! Pequeña Williams —chilló de emoción. —En poco será Jones —respondió Darla, alzando su mano y mostrando un reluciente anillo en su dedo anular. Melissa no se lo esperaba, así que, al igual que Sam, saltó de felicidad y abrazó a la pelirroja que estaba radiante y sonriente. —¡Oh por Dios! —chilló Samantha, analizando el anillo. —¡Lo mismo dije! —chilló Darla. —No puedo creer que estés comprometida. —Fue hace poco. Beca me lo propuso en Londres mientras estábamos en el London Eye —contó. —Al menos fue un poco más original y no fue en la Torre Eiffel —bromeó Sam. —Sí —asintió Darla, acariciando el anillo. Su asistente se acercó, indicándole que las puertas estaban a punto de abrirse, y ella asintió, sintiendo como el nerviosismo calaba por sus huesos. No era su primera firma de libros, pero se sentía como tal. —Suerte —le dicen sus amigas antes de alejarse de la pequeña mesa. Sam le guiñó el ojo, ella estaba ansiosa por conocer a la chica de ojos verdes del aeropuerto. —Vamos —se dijo a si misma, ubicando el libro nuevamente en su lugar, y siguiéndolo hasta la pequeña mesa que habían arreglado, donde había unos ejemplares de su nuevo libro “La última rosa”. * Brooke había llegado a pensar que Lyanna le estaba jugando una broma, pero cuando la notificación llegó a su teléfono, no dudo en correr lo más rápido que pudo a la quinta avenida y situarse entre las primeras personas listas para el gran momento. Poco a poco más adolescentes empezaron a llegar, así como varios adultos. Una hora después, aquella fila parecía interminable. Cuando entró a la librería, pagó por su libro y se colocó en la fila para la firma. Vio a la mujer mayor de soslayo, y no pudo evitar pensar que esa tarde lucía hermosa. Brooke sintió como su corazón latía tan rápido en su pecho, que pensó se saldría de control. Estaba deseando ver sus ojos chocolate tan cerca nuevamente. —Ho-hola —tartamudeó al estar frente a Melissa, sintiendo el corazón en su garganta. Cuando esos profundos ojos chocolate la miraron, creyó ver el paraíso. —Viniste —la escuchó susurrar y sonreírle de aquella manera tan linda. Brooke creyó morir al ver sus ojos achinados. —¿Quieres que te firme ese libro? —bromeó al ver que la joven no se movía. Brooke soltó una pequeña risa y asintió, colocando el libro sobre la mesa. —Es a lo que vine, supongo —respondió. —Eso parece —dijo Melissa. —Entonces ¿Para quién? —preguntó. —Brooke —respondió. —Solo Brooke.
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