Los meses pasaron pronto, casi sin notarlo y con la tristeza cada vez más marcada por dejar de lado lo que conocía como vida, pero con la fe firme de vivir un presente mejor y luchar por un futuro en tranquilidad, en una que jamás pensó disfrutar.
Salía muy poco de la taberna, prefería pasar sus días aseando las habitaciones, aunque le disgustara mucho hacerlo. Escuchaba las historias de las mujeres que allí trabajaban, siempre tenían referencias graciosas de las actividades que hacían los visitantes cuando eran más alcohol que persona. En las noches, prefería mantenerse en su escondite, a veces leyendo un poco, de algunos textos que muy amablemente, Gloria le conseguía con los hacendados que buscaban a diario los servicios de las mujeres.
Cocinaba para todos, eso sí lo disfrutaba, tan
