Así lo hicieron. Ese día todas despertaron más temprano de lo usual, por alguna razón se sentían más nerviosas que en su primer día de trabajo en la casa. Desayunaron y se despidieron de Magdalena para dejarla en la cocina organizado el menú del almuerzo para los turistas, ese día para ella, era el más aprovechable y por nada en el mundo se detenía. Pero en poco tiempo entraron ellas en casa, Lucía y Rosa corrían por las mesas hasta llegar a la cocina, un alboroto de tacones se oyó desde allí y antes de llegar a ella, Magdalena ya estaba asomada a la puerta. Su rostro se desencajó un poco sus expresiones eran casi imposibles de descifrar. - ¿Qué pasa? – Mencionó enojada a las mujeres - ¡Tenemos clientes! - Las muchachas están peleando, delante de todos, por una blusa. -