—Me siento desplazada —declaró la joven de cabello y ojos cafés, que seguía siendo dejada de lado en las nuevas salidas y nuevos planes de esa familia—, creo que seguirme aferrando a ellos solo me hará mucho más daño... y aun así no logro irme. ¿Por qué será? —Por cobarde —respondió Maruca y Marisa se rio a carcajadas hasta que se quedó sin aire—. Y, déjame decirte que también es por cobarde que sigues sacándole la vuelta a comer en esa casa. —Ellos no van a estar ahí —declaró Marisa, levantando su cuerpo del mostrador de la recepción en donde había estado apoyándose desde que comenzó a hablar con Maruca—, siguen saliendo a comer con ella, de compras con ella y todo con ella... Supongo que ahora no me necesitan, así que no tiene caso buscarlos para solo terminar más lastimada. —Entonces

