Era un domingo soleado y templado, no había nubes en el cielo. Cuando llegué a casa subí a mi cuarto para volver a quedarme profundamente dormida, hasta que a las tres de la tarde Clarita se asomó a mi cama y me susurró con real amor maternal: - Querida niña, es hora de levantarse y comer algo. La miré con pocas ganas de levantarme, entre mi pelo revuelto tapando parte de mi cara. Le dediqué una sonrisa aceptando su propuesta. -Ya me levanto- dije mientras rodaba al costado de mi cama. Bajé la escaleras luego de cambiar mi ropa y arreglar mi pelo, comí la rica comida que me habían preparado para luego me recostarme en el sillón. -¡Mierda! - exclamé - ¡¡me olvidé de Dan!! Tomé mi celular para enviarle un mensaje aclarando que no escribí antes, no por no querer cumplir mi parte del tr

