Una semana más y la misma rutina, no sé hasta cuando pueda seguir aguantando, todo esto. Una semana más y todas las noches me atormenta el mismo sueño, despierto sudando y llorando.
- Juliette, ya me voy a trabajar, te deje el desayuno listo.- dijo mi madre desde la puerta de mi habitación pero sin entrar.
No dije nada y seguí acostada, no quería verla a ella ni a su esposo, anoche no cerraron la puerta de su cuarto bien y vi cómo se drogaban, y aunque sé que ella lo hace, es duro verlo, y me molesta, me molesta que ella no se dé cuenta como esa mierda está acabando con su vida, como día a día se va demacrando y consumiendo por esa porquería. Me molesta que ella no le importe nada más que su esposo y sus vicios.
- Dale Juliette, tu eres una niña fuerte, no llores - Decía mi padre cuando caí de la bicicleta aprendiendo a manejarla.
- Es difícil papi.- dije sollozando.
- Claro que no me niña, solo tienes que tener más confianza, no te rindas, yo sé que tú puedes, sigue intentándolo. - mencionó mientras me ayudaba a subir nuevamente a la bicicleta.
- No me sueltes papi. - empecé a pedalear con mi papá detrás de mí sosteniendo la bicicleta.
- Siente la brisa en tu rostro Juliette, siente la libertad. - me dijo y pedalee con más seguridad, de pronto no siento a mi papa detrás y yo... yo estaba manejando sola.
- Papi, lo logre. - grité desde la distancia, y al girar estaba mi padre junto a mi madre abrazados y sonriendo hacia mí.
Volví a pedalear hasta llegar donde ellos estaban y baje de la bicicleta.
- Esa es mi niña, ya está grande y fuerte. - mi madre dijo mientras se agachada y me abrazaba dándome un beso en la mejilla.
- Si, ya estoy grande- respondí colocando las manos en puño para luego llevarlas a mis caderas y hace una pose de superioridad. Escuche como mi madre y mi padre reían a carcajadas y haciendo que yo riera con ellos.
Esos recuerdos volvieron a mis, recuerdos de una familia feliz cuando mi padre vivía. Como extraños a mi padre, como extraño a mi madre, la que sonreía, la que me alentaba a que fuera mejor, la que me abrazaba y besaba, no está que tengo, esta no es ni la sombra de lo que fue junto a mi padre.
Me levanto, de mi cama, para dirigirme al baño, ya es hora de que me levante. Me pongo de pie y siento mis piernas débiles, y el piso se mueve, una sensación extraña recorre mi espalda, unas gotas de sudor recorren mi rostro, todo se empieza a tornar borroso, levanto mis manos para llevarla a mis ojos, pero estas me tiemblan. Caigo de rodillas, el aire me está faltando, la oscuridad me consume.... ya no siento nada, todo es oscuridad
- Juliette corre.... no te detengas... no te quedes atrás.
- No… no puedo correr más, mis piernas me duelen.
- Si no escapa él te alcanzará, te hará lo mismo que a mí... corre...
- Pero ¿quién? ¿Qué te hicieron? ¿Dónde estás?
- Corre...
- ¿Por qué ya no vienes? Te necesito... tienes que saber algo...
- Ya no existo... pero tú sí... escapa, huye, corre Juliette....
Desperté y estaba tendida en el suelo de mi habitación, no sé por cuanto tiempo estuve allí, no sé si estuve desmayada, o me dormí, solo sé que otra vez el mismo sueño, el mismo bosque y el corriendo y yo siguiéndolo, pero nunca lo alcanzó, nunca me dice donde esta...
Me levante del frío suelo aun sintiéndome débil, camine hasta el baño y después de darme una ducha, ya me sentía un poco mejor, y estaba segura que después de comer recuperaría fuerzas para un día de "trabajo".
- Sí, buscas el desayuno, ya no está, me lo comí.- dijo Richard desde el sofá donde estaba acostado de largo a largo con el control del Tv en la mano cambiando canales.
- Y ¿por qué mierda te lo comiste? Era mío, era mi desayuno.
- Tenía hambre y como a ti no te dio la gana de bajar... - dijo sin completar la frase y encogiéndose de hombro.
Quise tener un cuchillo para saltar sobre él y clavárselo en la espalda, o no, mejor en el cuello, me giro muy lentamente para caminar hasta la cocina y así buscar mi arma homicida. No me importaría pagar una condena, siempre y cuando acabará con él y mi madre fuera libre, y tal vez de algún modo aunque suene ilógico yo también sería libre, entre rejas pero libre.
- Ni se te ocurra. - dijo a mi espalda ¿Pero en qué momento se levantó del sofá? Y ¿cuando llego hasta mí?
- ¿Pe...Pero...que? - dije tartamudeando....
- Se lo que piensas...
¿Que? ¿Acaso es psíquico? ¿Cómo sabe que pienso?
- Si, se lo que piensas, y te advierto si algo me sucede igual tu mamá lo pagará, tengo contactos ¿sabes? - dijo sonriendo.
- Eso es mentira, y yo no estoy pensando nada. -
- Y entonces ¿qué vas a hacer a la cocina? -
- yo... este...mmnnnn... voy a ver que puedo preparar... si... eso voy a ver que puedo comer.- respondí y di un paso para entrar a la cocina, pero él me detuvo sosteniendo un brazo para que no caminará..
- ¿me crees estúpido? Dijo susurrando cerca de mi rostro, pude sentir su aliento que apestaba a licor.
- No, solo idiota. - dije en susurro.
- ¿qué dijiste? Pregunto apretando más fuerte mi brazo.
- Nada... nada... suéltame me haces daño.
- Me importa un carajo si te hago daño. - respondió y soltó mi brazo pero solo para golpear mi rostro, lleve mi mano a mi mejilla para calmar el ardor que estaba empezando a surgir.
-y ¿eso por qué fue? Grité... pero sin soltar una lágrima, jamás le daría el gusto de volver a verme llorar.
- Eso es para que dejes de pensar idioteces, jamás, escúchame bien, jamás te libraras de mí... y ahora ve y busca dinero, ya necesito y si no quieres cargar en tu conciencia una muerte más te vale que consigas suficiente.
Camine, hasta mi habitación a buscar mi mochila con los instrumentos de trabajo, mientras maldecía interiormente a Richard