– ¿entonces es usted el dueño del terreno que tiene las minas de plata? – le pregunta a Arlan el hombre con el que se supone que tiene que cerrar el trato – Así es, lo siento por lo que sucedió antes. Me sentía muy avergonzado y por eso vine en persona para resolver la situación – No es cuestión de vergüenza, pero la verdad los hombres que envió a hacer el negocio dejaban bastante que desear – ¿los hombres? – pregunta el intrigado, se suponía que su Luna fue la culpable de la situación – Si, los hombres. usted envió a cuatro hombres a hacer la transacción. Mi compañía está muy interesada en su producto, pero con el tipo de condiciones que pidieron va a ser bastante difícil que logremos llegar a un acuerdo – Lo sentimos en serio – interviene J

