Yoelis bajaba del taxi esa mañana muy temprano, llegando con tiempo de sobra a su trabajo. Por desgracia su coche había prendido la tarde anterior pero solo alcanzo llegar hasta su casa y de allí el pobre no quiso funcionar más… la joven tuvo que llamar nuevamente al mecánico para que lo revisara, ambos mantuvieron una seria discusión ya que el hombre pensaba cobrarle de nuevo y ella no estaba dispuesta aceptar debido a la gran inversión que le había hecho al coche.
Así que logro ganando aquella batalla con el mecánico, el hombre acepto reparar el carro sin que tuviera que pagar un dólar más, ella creyó que era lo justo en vista de que él le había sacado un ojo de la cara por las reparaciones. Todo ese dinero que gasto, bien que lo hubiera podido usar para pagar meses de demora en el asilo donde estaba ingresada su abuela. Pero por otro lado, necesita el auto ya que la residencia de su nana quedaba en nueva york y precisaba hacer el viaje una vez por semana hasta allá.
Con pasos firmes, Yoelis se encamino hasta la entrada del edificio donde trabajaba, ese día tenía que ser mejor que el anterior. Necesitaba hacer las cosas mejor para que no estuvieran regañándola por todo, bueno tampoco es que su jefe fuese un dulcito, se preguntó cómo le haría su mujer para aguantarlo ¡Claro! si es que tenía una pero dado ese carácter lo ponía en duda.
Al entrar en el edificio la joven secretaria fue recibida por muchas miradas, ¡Por supuesto! Era obvio, el día anterior entro directamente por el área de estacionamiento y ese día lo hacía por la principal. Pero, ¿Por qué todos la miraban como un bicho raro? Al intentar ingresar por el ascensor es detenida por el guardia de seguridad.
—¿Hacia dónde se dirige?
—Al piso del señor D´Lukas. Soy su nueva secretaria.
—¿Y su pase?
—¡Ah sí! Aquí lo tengo, lo siento —Se disculpó mientras esculcaba su bolso—.Lo siento, se me olvido sacarlo —Le dice mostrando el carnet.
—Muy bien, puede subir… para la próxima debe tener colgado el carnet.
—Sí, lo siento mucho.
La joven subió al ascensor mirando la hora en su reloj, iba a buena hora. Mientras cada piso se marcaba en el contador de pisos ella sufría de un pre infarto. Estaba nerviosa y no debía sentirse de ese modo con su trabajo, no era la primera vez que tenía un empleo como ese. Anteriormente había sido la secretaria de algunos empresarios importantes.
Desde luego, ninguno como Theo D´Lukas, ¡que tonta era! Esa vocecilla en su cabeza resonó justo cuando las puertas de su piso se abrieron. De inmediato diviso a la recepcionista, no adivinaba como le hacía para llegar más temprano que ella, viviría en el edificio de al lado se dijo para sus adentros.
—¡Buenos días! Llegas tarde… —Suelta de pronto.
—¿De qué hablas? Aun me faltan 20 minutos.
—¡Él ya llego! —Contesta negando.
—¡Que mi3rda! —Corre hacia su oficina para dejar sus cosas en el escritorio —.Porque llegaba antes, la señora Lester le dijo que él siempre ingresaba a la oficina tarde.
Tomo un cuaderno de notas y bolígrafo para dirigirse hasta su oficina. Toco un par de veces la puerta recibiendo la respuesta de que pasara… cuando así lo hizo el ceño fruncido de ese hombre era como para morirse, abrir una zanja allí mismo y ocultarse bajo tierra. Su cerebro le decía que se calmara, que ella había llegado a tiempo.
—Buenos días, señor D´Lukas.
—¿Siempre será así? —El deja reposar ambas manos sobre el escritorio —.¿Siempre encontrare su escritorio vacío?
—Pero señor, aún falta 20 minutos para mi entrada.
—¿No me digas? —Se reclina en el sillón con aquella mirada de que sabía más de lo que aparentaba —Primero su coche se avería en medio del camino, y ahora su reloj no sirve ni para dar la hora —Le dice girando el reloj de la mesa de su escritorio.
Yoelis se fija en la hora dándose cuenta que era muy tarde, resulta que llevaba una hora de retraso. Ella miro su reloj notando que la aguja andaba más lento de lo usual. ¡Por dios! ahora sí que estaba más que despedida.
—Lo siento mucho —Se disculpa rápidamente bajando la mirada —.Mi reloj no anda bien señor D´Lukas, pensé que había llegado a buena hora pero…
—Pero pienso que es muy descuidada, sabe que tengo una reunión muy importante en una hora y la sala de juntas no está preparada, no hay servicio para ofrecer a los dueños de esta compañía que quiero comprar, y por si fuera poco ninguna carpeta con copias de los documentos de oferta que he enviado a su correo hace una hora sobre la mesa para ellos. ¿Qué cree que estoy pensando señorita…? —En esos momentos Theo se preguntó cómo demonios se llamaba esa mujer.
—En seguida me ocupare de todo, no se preocupe señor —Contesta enérgica dándose la vuelta para salir de la oficina.
Theo tenía en mente despedirla en ese momento, era muy descuidada con su trabajo. Mira que llegar tarde el segundo día, para todo tenía una excusa o respuesta… desafortunadamente no tuvo oportunidad de decirle nada ya que ella había salido disparada de la oficina como intuyendo sus intenciones. Aunque eso no la salvaría después de la junta. Se preguntó, si siendo tan descuidada como solucionaría todo para tenerlo listo en menos de una hora… será otra razón para despedirla.
[…]
Como loca se puso a sacar copias, acomodar carpetas. Llamo a un buen restaurante que bien conocía para que le llevaran un bufe de alta calidad basado en pastas secas, postres pequeños, café y té… era la ventaja de haber trabajado con varias empresas tiempo atrás. Organizo la sala de juntas, limpio la mesa de cristal y en unos 20 minutos el servicio había llegado. Acomodó todo como sabía que les gustaba a los jefes y clientes dada su experiencia, no lo negaba era buena en ello.
Miró el reloj de pared fijándose que había arreglado todo en tiempo récords. Solo quedaban 15 minutos para que llegaran los clientes, estando satisfecha con su trabajo se dio la vuelta para avisarle a su jefe que todo estaba en orden, cuando de la nada un caballero se encontraba de pie dentro de la sala de juntas manteniendo la vista puesta en ella.