Theo tocó la puerta una y otra vez, pero solo pudo ver el trasero de su secretaria atravesó del cristal de la puerta mientras subía los escalones muy rápido. Y él se quedó allí como un idiota mojándose bajo aquel incesante aguacero.
—¡Mierda!—Pasa ambas manos por su húmedo cabello.
Regresa a la camioneta, cierra la puerta del copiloto de un portazo y luego se sube por su lado y pone en marcha el coche. Había sido un imbécil, se prometió no liarse con su secretaria y fue lo primero que hizo. Con evidente violencia golpeo el volante, ahora se encontraba empapado y sintiéndose como estúpido. Quizás la mujer ya ni vuelva a su trabajo por su imprudencia, si bueno, era un completo desastre en el trabajo y trataba de despedirla cada dos por tres, pero a pesar de eso necesitaba a una secretaria.
