Tomás estaba decidido a hacer las cosas arbitrariamente. — Es lo que pienso hacer mamá, además Sara no tiene poder para decidir nada— dijo Tomás tercamente. Carol movió su cabeza negativamente, con exasperación. — ¡Creo que esta conversación no nos lleva a ningún lado Tomás! — dijo Carol — estás convencido de que Julie y Renzo son culpables y nadie te convencerá de lo contrario. El afirmó con su cabeza y apretó sus labios en un rictus de amargura. — ¡Así es, ella será mía por derecho aunque nunca la vaya a tocar como mujer! — exclamó Tomás— y Renzo jamás tendrá a mi hija; Julie me va acompañar por el resto de mi vida y va a conocer mi desprecio. — ¿Y Sara, que culpa tiene?— dijo Carol— ¿Por qué vas a alejarla del amor de su vida? Ella no es culpable, ni tampoco Renzo. Tomás sa

