Tomás pensó que tendría que tomar medidas drásticas con el señor Davies, no le gustaba ver llorar a su niña de esa manera, él necesitaba ser más inteligente en el trato con su hija. — No me gusta que tengamos enfrentamientos hija— dijo cariñoso Tomás— hablemos como dos adultos. Ella lo miró de frente y seguía esperando una respuesta. — Está bien, pero aún no me has respondido lo que te pregunté— dijo Sara— que sucede con el apellido Davies. Tomás se dio cuenta que no tenía más remedio que ser claro con ella o no lo dejaría tranquilo. — Hace muchos años atrás, mi padre cuando yo era bastante jóven tenía un gran amigo, Jack Davies, tenían grandes sueños y entre los dos crearon una empresa de exportación e importación de insumos— dijo Tomás. Sara se puso cómoda y respondió. — Te

