Narra Adeline York:
Bueno, me atrapó. No fue planeado caerme del árbol, pero no iba a reconocer ese error frente a él. Acaba de demostrarme que sí me salvaría. En los primeros segundos de mi caída, logre ver sus profundos ojos preocupados. ¿Le preocupo a esa serpiente de corazón frío? Es sorpresivo. Pensé que me despreciaba por ser hija de muggles. Pensé que, para él, "no merecía vivir" por ser una sangre sucia. Puede que esté empezando a cambiar.
Ahora me dirigía al aula de pociones. No sabía si tenía tutoría o no. Si no tenía, aprovecharía para ir al bosque prohibido a ver el espectáculo que dan los unicornios a la luz de la luna. Abrí la puerta y vi todo oscuro. No había nadie.
-Al parecer hoy no tenemos tutoría... -murmuré para mi misma y me fui en dirección a la torre de astronomía. Me sentía extraña, sentía como si hubiese alguien conmigo. Escuché un siseo que me sorprendió y me di vuelta. Un par de gigantes ojos me observaron y vi todo n***o-
Narra Tom Riddle:
Mierda, mierda, mierda. El basilisco petrificó a Adeline. ¡No tenía que petrificarla a ella! Me puse nervioso, mi corazón latía muy rápido. Ella tenía una expresión asustada que odié con todo mi ser. Yo no quería verla asustada. A mi me gustaba verla reír.
Le ordené al basilisco volver a la cámara y llevé a Adeline con magia al aula de Pociones. ¿Qué hacía ella en el pasillo a ésta hora? ¡Se suponía que los fines de semanas no había tutoría! Tuve suerte de que un despistado fantasma flotara entre ellos antes de que se vieran, sino... habría muerto. El fantasma no se percató de ninguno de los dos. Había pasado flotando de un extremo al otro con gran rapidez.
Encendí el caldero y preparé el zumo de mandrágora que inventé el otro día. Había petrificado a varios animales y experimentado diferentes pociones hasta dar con la definitiva. Mientras esperaba a que terminara de prepararse la poción, miré a Adeline. Me dolía el pecho verla así de asustada. Sus ojos verdes no tenían el brillo que suele tener. Sus labios entreabiertos no tenían el rosado color natural de siempre. Era como un c*****r. Y eso no me gustaba. El c*****r de Adeline... ¡Cielos! ¡No! ¿Por qué me entristece pensar en que pudo morir? ¿Por qué la salvé inconscientemente cuando se cayó del árbol? ¿Por qué no la dejo morir ahora? ¿Qué es ese estúpido movimiento en mi estómago cada vez que veo su cabello rubio, sus ojos esmeralda y sus perfectos labios? ¿Qué le está pasando al heredero de Slytherin?
La recosté en el suelo, dura e inflexible, y me arrodillé al lado de su cuerpo. Agarré la poción y la metí en su boca. Esperé unos segundos y comenzó a tomar color y movimiento. Parpadeó y respiró agitada. Se sentó bruscamente y miró para todos lados. La agarré de los hombros, estaban tensos, su mirada estaba alerta, sus manos estaban hechas puño, dispuesta a pelear. ¿Por qué no saca la varita?
-¿Dónde de está? -dijo nerviosa. No me prestaba ni la mas mínima atención- ¿Dónde está esa serpiente gigante? -chilló y comenzó a derramar algunas lágrimas-
-Tranquila, no sé de lo que hablas. -dije. Ella me miró y me abrazó-
-Era enorme, Tom. -sollozó. Yo no sabía qué hacer. Nunca antes había consolado a alguien-
-Debes haberlo imaginado, Adeline. Llegaste aquí y te desmayaste en la puerta. -mentí-
-Juro que la vi. -dijo entre llantos- Era terrorífica. -la rodeé con los brazos y le acaricié la espalda-
-Fue sólo una pesadilla... -murmuré- Estás a salvo. No existe tal cosa. -pasé la mano por su cabello. Era tan suave como me lo imaginé y como se lo veía. Nunca había sentido tanta calidez en un abrazo. Siempre que me abrazaban era tan falsamente que daba frío-
-Tuve mucho miedo... -susurró un poco más calmada. Era desesperante verla asustada-
-No seas llorona. No pasó absolutamente nada. -me maldije internamente por haber hecho que el basilisco rondara por aquí. ¿Cómo no imaginar que ella estaría fuera de su sala común? ¡Vive escapándose!-
-Era todo tan real. -se alejó y me miró- Yo venía aquí y no había nadie. Quise ir a la torre de astronomía para buscar la escoba que escondí ahí y salir a... -se calló-
-¿A dónde? -pregunté-
-Nada. -dijo. Dejó de abrazarme y se limpió las lágrimas- Olvídalo.
-¿A dónde querías ir, Adeline? -la agarré del brazo para evitar que se levantara-
-No te incumbe. -dijo y se soltó- ¿Tendremos tutoría hoy? -se levantó y se arregló el cabello-
-Después de tu desmayo, creo que lo mejor sería que te despejes. Podría agarrarte algo si te esfuerzas demasiado. -me paré- ¿A dónde planeabas ir? -insistí-
-Te parecerá estúpido. -murmuró-
-Cada cosa que sale de tu boca es estúpido.
-Tom Riddle. -dijo y se rió. ¿Cómo hace para reírse luego de llorar como bebé y asustarse tanto?-
-Yo no soy estúpido. -dije ofendido-
-¿Vas a contradecirte? -se alisó la túnica con las manos- Acabas de decir que todo lo que sale de mi boca es estúpido.
-Muy graciosa...
-Adiós... -dijo y salió del aula-
-¿A dónde vas? Tu sala es en la otra dirección. -señalé la dirección contraria a la que ella caminaba. Ella asintió y siguió camiando- ¿Quieres un castigo? -dije saliendo del aula y siguiéndola-
-Irás conmigo con la condición de no decirle a nadie sobre esto. -me señaló con el dedo. Yo dudé-
-¿Es un c*****r o qué? -pregunté alcanzándola. Ella rió y pude sentir más sensaciones en mi estómago. Debo tomar alguna poción, podría estar enfermo-
-No seas tonto. No soy una asesina... -me sonrió- Aún. -se puso seria. Esta vez, yo fui el que rió- ¿De qué te ríes? Es en serio. -me golpeó el brazo-
-Te creo... -mentí. Su cara era la de cualquiera menos la de un asesino-
-No vas a burlarte de lo que te mostraré. ¿Cierto? -llegamos a la torre de astronomía-
-Lo intentaré. -la vi sacar una escoba de atrás de un cuadro vacío-
-¿Quieres manejarla tú o te arriesgarás a ser llevado por mi? -sonrió-
-Creo que prefiero vivir. -agarré la escoba y me acerqué al balcón-
-Espero no ser yo la que muera... -murmuró. Me subí a la escoba y ella se subió detrás mío- Sé que no te gusta el contacto físico con la r**a humana, pero tengo que agarrarme para sobrevivir. -me reí junto con ella y me rodeó con los brazos el abdomen. Me sentí extraño y esperé a volver a la normalidad- ¿Vas a elevarte ya? -reaccioné y me elevé en la escoba- Al bosque prohibido... -dijo agarrándose más fuerte- Demonios, está muy frío.
-¿Desde cuándo haces éstas cosas? -pregunté adentrándome en el bosque-
-¿Qué? ¿Demasiado para un alumno ejemplar como tú? -claro que sí, campeona. Es que yo nunca he roto las reglas. Seguro-
-¿Y si te descubren? -intenté dejar de sentir esas extrañas cosas-
-No lo harán. -aseguró- Baja aquí. -me apretó un poco y yo bajé al bosque. Al tocar el suelo, se bajó y caminó hacia un árbol-
-¿Vas a escalarlo? -pregunté dejando la escoba en el suelo-
-Deberías intentarlo. Es divertido. -dijo comenzando a escalar. Yo me acerqué al árbol y miré las inseguras ramas- Vamos, no te asustes, Tom. -se colgó de una rama y saltó a otra-
-No me asusto. -agarré una de las ramas y comencé a escalar. Era cierto, era divertido. Algo así de simple, liberaba mi adrenalina-
-¡Baja, Tom, baja! -dijo bajando con gran rapidez. Yo había alcanzado a subir solo dos ramas, me alarmé y salté. Ella cayó encima de mi por culpa del movimiento- ¡Un dementor! -gritó y se levantó. Me agarró de la mano y me obligó a pararme para correr. Ella no me había dejado tirado como, probablemente, haría cualquiera- ¡Debe pensar que somos criminales! -llegamos a un tipo de terreno inclinado sin darnos cuenta y caímos rodando por ahí. No recuerdo cuantos minutos fueron, pero, cuando llegamos al final y dejamos de caer, el dementor estaba muy cerca-
-Hay un hechizo... -dije recordando algo que había leído- El "Expecto Patronum" -la miré. Ella ya había agarrado una rama de árbol que había tirada por ahí- ¡Deja esa estúpida rama! ¡No vas a salvarte de ésta al estilo muggle! -el dementor se acercó demasiado y ella lo golpeó con eso, haciéndolo alejar lo suficiente. Él no pretendía acercarse a mi, era a ella a quien quería. Y sí, era de esperarse que buscara una persona con recuerdos felices y no a mi-
-¡Haz el hechizo, Tom! -me gritó mientras "bateaba" como hacen los muggles en ese juego llamado "béisbol"-
-No puedo... -murmuré-
-¡¿Como que no puedes?! ¡Va a matarnos! -golpeó al dementor de vuelta-
-Para hacerlo se necesitan recuerdos felices, Adeline. -agarré unas ramas más pequeñas y se las arrojé al dementor. Era muy insistente el maldito. Aunque, si me iba, él atacaría a Adeline y no a mi... No, no puedo ni quiero dejarla aquí y que ella muera-
-¿No tienes ninguno? -se le rompió la rama que tenía en la mano y chilló mientras corría a buscar otra-
-No, debes hacerlo tú. -ella sacó su varita-
-¿Cómo es? -le apuntó al dementor- ¡Enséñame el maldito hechizo! -comenzó a retroceder mientras el terrorífico "fantasma n***o" (como la escuché decir una vez con sus amigas) se le acercaba-
-Debes pensar en el recuerdo más feliz que tengas. -dije pensando en lo que había leído- Tienes que concentrarte en eso y dejar que te inunde. -retrocedió hasta el punto de chocar contra un árbol. El dementor estaba cada vez más cerca de ella. Yo tenía miedo de no poder hacer nada y que él comenzara a "besarla"-
-¡Es imposible dejar que un lindo recuerdo me inunde con una cara tan fea como la de éste sujeto! -dijo enojada. Se movió y corrió por el costado del dementor, llegó a mi y me agarró de la mano para huir hacia el otro lado- ¡Hay que correr hasta que se me ocurra algo y pueda hacer el maldito hechizo! -corrimos hasta llegar a un lugar muy iluminado, parpadeé un par de veces y vi que esa luz provenía de unos unicornios que, al vernos, comenzaron a correr en la dirección contraria- Ya lo tengo. -dijo agitada. Levantó la varita y, sin soltarme la mano, gritó el hechizo- ¡EXPECTO PATRONUM! -un destello en forma de serpiente salió de la punta de su varita, alejando al dementor de nosotros. Nos quedamos unos segundos mirando en la dirección en la que se había ido, con la respiración agitada y los ojos bien abiertos- ¿Una serpiente? ¿En serio? -dijo- Yo quería un unicornio. -dijo como niña pequeña-
-¿Te diste cuenta de que el dementor sólo quería acercarse a ti? -le miré-
-Sí. Pero no podía arriesgarme a que venga otro y se te acerque a ti. O que, al terminar de matarme, vaya a por ti. Se supone que tú estabas en desventaja al no tener recuerdos felices. -sonrió- Una sangre sucia era tu única salvación. -dijo burlona- Oh, lo siento. -dijo mirando nuestras manos y se soltó. Sentí vacío y frío al no tener su cálido contacto- ¡Accio escoba! -dijo. Luego de varios segundos vimos la escoba acercándose. Ella la agarró y me la entregó-
-No vendrás nunca más a éste lugar. -dije firmemente mientras me subía a la escoba-
-Sí, como no. -dijo con sarcasmo- Lo del dementor es lo menos peligroso que tuve que enfrentar en éste bosque. -me abrazó por atrás y nos elevamos-
-No volverás a venir si no quieres que le diga a Dippet. -ella me pellizcó- ¡Auch! ¡Oye! -me quejé-
-No seas soplón, Riddle. -sentí que apoyaba su cabeza en mi espalda y me sentí relajado. Estuvo a punto de morir. DOS VECES (o tres, contando lo del ataque de tos). Era reconfortante que, después de todo eso, ahora pueda estar así de cerca de mi-
-Es que me... -me callé repentinamente-
-¿Te qué? -preguntó- ¿Te preocupa? -se rió dulcemente- No seas tonto. Ya te dije que he vivido cosas más peligrosas yendo ahí.
-Eres una s*****a. -murmuré y llegué a la torre de astronomía. Tocamos el suelo del balcón y nos separamos. Ella agarró la escoba y volvió a esconderla en el lugar en donde estaba antes. Caminó hasta la puerta y me miró-
-¿Por qué te quedas ahí? Camina. -salió-
-Si, me preocupa. -me acerqué al escondite y saqué la escoba- Evanesco. -la desaparecí y me fui por donde ella había salido-